Gabriela Mendes: ''Solo soy yo misma cuando canto en criolo''

Gabriela Mendes, nacida y criada en la isla de San Vicente en Cabo Verde y compatriota de la conocida artista Cesária Évora, actúa hoy en Cantos na Maré, el festival Internacional da Lusofonía, en Pontevedra. Esta no es la primera vez que la cantante pisa suelo español, pero sí la que da a conocer su arte en Galicia.

Cantos na Maré gira este año alrededor de la figura de la escritora gallega Rosalía de Castro, ¿ha oído hablar de ella?

No, infelizmente no, pero espero poder conocer su trabajo una vez llegue.

¿Tiene alguna relación con Galicia debido a la similitud del idioma con el portugués?

No, no tengo ninguna conexión especial con Galicia. Claro que he escuchado hablar y también he visitado España, pero no he tenido aún la oportunidad de conocerla en profundidad. Aunque me gustaría, porque me gusta mucho el idioma y tengo amigos hispanos en Cabo Verde. Además, creo que los españoles aún tenéis mucho de nuestra música por conocer, y aunque Cesária hizo bastante, aún hay mucho que se puede hacer en España en relación a nuestros ritmos.

¿Cual es la motivación que la lleva a cantar en ‘criolo’ hoy en día, cuando casi todos lo hacen en inglés?

La verdad es que no me interesa cantar en otro idioma, lo hago en mi dialecto, que es con el que me identifico, donde soy yo misma. Los artistas tienen que demostrar que son ellos mismos y yo solo soy yo cuando canto en mi dialecto. Es en él donde están mis raíces, de donde bebo y donde vivo. En Cabo Verde el idioma oficial es el portugués, pero nuestra vida diaria se hace en nuestro dialecto.

¿Cómo valora el estado actual de la música tradicional de su país?

La música tradicional está presente, pero menos que antes. Hay cosas que pasan, inevitablemente, con la modernización, y los jóvenes tienen tendencia a que les gusten cosas modernas. Quizás no se hace tanta promoción de la música caboverdiana como se debería. Hay poca educación musical, que es trabajo de las radios, de las instituciones. Se debería dar en ellas más espacio a lo tradicional, pero creo que eso es también trabajo nuestro. Aunque también tenemos jóvenes que se interesan por lo tradicional y sé que esos ritmos no van a morir nunca.

Ya cantaba en la coral de su iglesia siendo niña, ¿es esta la mejor manera de convertirse en músico en Cabo Verde?

En cierto modo, la mayoría de nosotros pasábamos por esa escuela, y aquí, en Mindelo (San Vicente), la escuela católica ha hecho múltiples labores porque mucha gente, que no forzosamente era religiosa, iba a estudiar ahí y tenían aulas de música gratuitas. Eso hizo que muchos se interesaran por cantar, por aprender a tocar un instrumento. Yo vengo de una familia católica, llegué ahí y me interesé desde pequeña por el canto, formé parte del grupo coral y más tarde me convertí en solista del mismo. De hecho, para mí fue lo más natural, porque estaba muy cómoda en la coral y me gustaba, pero no pensaba en esa época que haría una carrera artística más tarde. Eso vino mucho después cuando, ya siendo adulta, me decidí a hacer música profesionalmente.

Estuvo a punto de actuar para el papa Juan Pablo II, ¿le gustaría cantarle al actual pontífice?

La verdad es que tendría que haber actuado ese día. Había preparado un canto religioso que se hace durante la misa durante dos meses para celebrar el gran evento de cuando el Papa vino a San Vicente, en Cabo Verde. Para nosotros era inimaginable que un día el Papa vendría a nuestro país, pero vino, y todo se preparó con mucha antelación. Iba a cantar en un estadio de fútbol, con casi los 80.000 habitantes de la zona presentes. Estaba muy orgullosa de poder cantarle, pero el día antes cogí frío y caí enferma, sin poder cantar. La verdad es que fue una gran frustación, se puede decir que este es uno de los puntos negros de mi carrera. A día de hoy, si tuviera la oportunidad de cantarle al Papa, estaría encantada, claro que sí. Aunque no sé si será posible que se acerque de nuevo a Cabo Verde. Ahora mismo ya no canto en la iglesia, pero por supuesto que con muchísimo gusto le cantaría si tuviese la oportunidad.

Ha vivido también en el extranjero, ¿qué es lo que más destaca de esa experiencia?

Pasé dos años en Suecia cuando era muy joven, pero esa es la única experiencia que he tenido de vivir en el extranjero. He viajado bastante gracias a la música, pero no he estado viviendo fuera y, la verdad, tampoco me interesa mucho. Sí que me gusta salir de mi isla por trabajo o por vacaciones, pero no quiero vivir fuera de mi tierra, donde tengo mi creación, donde encuentro mis raíces. Para mí, vivir en el extranjero fue una gran experiencia, porque era muy joven, tenía solo 17 años. Aquí, en Cabo Verde, todos los habitantes quieren salir, emigrar, ver otras cosas que no tenemos en casa, que vemos en la televisión. Ese deseo es muy fuerte porque en mi país hay gente muy pobre que quiere tener una vida mejor. A mí me pasaba también eso, quería irme de San Vicente, porque mi padre también era emigrante. Finalmente tuve la oportunidad de ir a Suecia, que tiene una cultura muy diferente, y fue un shock cultural y social. Me gustó y aprendí mucho, pero me enseñó a valorar lo mejor de mi país. La verdad es que uno tiene que salir para ver lo que ya tiene, porque es a lo que está habituado y no es capaz de verlo, de valorarlo. Hice muy bien en salir porque me enseñó a amar mi país.

Sin embargo, después de Suecia, no siempre vivió en Mindelo (San Vicente), durante un tiempo residió en otra isla de Cabo Verde, en Illa do Fogo, ¿qué repercusión tuvo ese cambio de aires en su trayectoria profesional?

En Cabo Verde tenemos muchos problemas de empleo y en San Vicente no había opciones de trabajo. Tuve la oportunidad de irme a Illa do Fogo, pero la verdad es que no me interesaba mucho. Mindelo es una isla mucho más cosmopolita, tiene mucha más actividad. Fogo es una isla más agrícola y para alguien joven no es tan interesante. Pero, al fin, fue una experiencia muy importante porque fui allí a trabajar y me encontré con la música. Como no tenía distracciones tuve mucho más tiempo para conocerme, analizarme e interiorizarme. Entonces vi la importancia que la música tenía para mí, antes no era consciente de eso. Allí hay muchos bares pequeños que tienen ‘música al vivo’, yo iba a las noches que llamamos ‘de tocatina’ y participaba cantando hasta que cerraban los bares, cantaba varios temas y me sentía feliz, me iba a casa plena, sintiendo que la música era importante.

¿Cómo influyó en su carrera su encuentro con Cesária Évora?

Ella ya era muy conocida en el resto del mundo y la primera vez que hizo una turné en Cabo Verde por suerte yo estaba en Fogo y pude ir al concierto. Cuando la vi allí arriba, tan magnífica, me pregunté ¿por qué no puedo hacer yo lo mismo?. Sé que son cosas que pasan, pero nunca imaginé que se haría real ese pensamiento. Gracias a Dios que fue así, porque eso es ahora mi vida.

EL PERFIL
Herencia familiar

Nacida en 1973 en la isla de San Vicente en una familia humilde, la caboverdiana Gabriela Mendes lleva la música en la sangre y en su tradición familiar. Su padre, que estuvo emigrado en Holanda durante 40 años, era músico y la casa de los Mendes era visitada a menudo por otros artistas, donde ensayaban. Allí Gabriela tuvo su primer contacto con esta disciplina, que luego reforzó en la escuela salesiana, donde llegó a convertirse en solista de su coral.

Después de haber vivido en el extranjero durante un par de años, con 19 regresó a su tierra natal, habiendo aprendido el valor de sus tradiciones y costumbres. Desde ese momento la cultura de su pueblo y el criolo no abandonarían su producción musical.

A día de hoy, la artista ha recorrido ya el continente americano y europeo en diferentes giras. En estos momentos trabaja en un proyecto con músicos suizos en el que se combinan sus ritmos tradicionales con instrumentos de origen europeo, dando lugar a una fusión musical única.

Gabriela Mendes

¿Hizo trampa en alguna ocasión?

No, nunca.

¿Qué es lo peor que ha hecho en un ataque de ira?

Quizás hablar demasiado, decir lo que no se debería decir.

¿Se llevó algo de algún sitio sin pagar o se marchó de un restaurante sin pedir la cuenta?

Nunca, nunca, eso no es lo mío. No me gusta buscar problemas.

¿Qué sería capaz de hacer por un millón de euros?

Nunca había pensado en eso, pero creo que, ante todo, nunca perdería mi dignidad por el dinero. Yo sé que el dinero es importante, pero no lo es todo en la vida. Yo ya tengo la edad suficiente para saberlo, y, al final, no trae tanta felicidad.

Se le hace la boca agua cuando...

Soy una aventurera en lo que a comida se refiere, no puedo decir que tengo un plato que me guste más. Me gusta conocer cosas de los sitios a los que viajo. También se puede viajar con la comida.

¿Quién o qué despierta sus deseos más ocultos?

Es una cuestión difícil, pero probablemente la música en momentos concretos de mi vida.

En la mesa, ¿ante qué no se puede resistir?

No tengo ningún plato favorito.

¿Puede vivir sin espejo o es de esas personas que se van mirando en los escaparates?

Me gustan los espejos, sin exagerar, no es algo fundamental en mi vida, pero me gusta mirarme, creo que es algo normal.

La pereza la vence cuando...

A veces tengo pereza de hacer las cosas, que es lo más humano, como cocinar, o a veces, salir a hacer recados cuando ya estoy tan tranquila en mi casa.

¿De qué se siente más orgullosa?

De mi hijo, que tiene ahora 17 años.

Si pudiese ser cualquier persona en el mundo, ¿quién sería?

No me cambiaría por nadie de este mundo, me gusta ser yo misma.

Se arrepiente de...

En la vida siempre hay arrepentimientos, el mío es no haber pasado más tiempo con mi hijo cuando era un niño.

¿Cuál fue la última mentira que contó?

Estamos diciendo mentiras continuamente, a veces aunque sea solo para que te dejen vivir tranquilo, sobre todo en un sitio pequeño, en el que nos conocemos todos. Pero son mentiras sin daño, sin mala intención.

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