José Ángel Cuadrado, de 52 años, hizo dinero en el negocio de la construcción. Villarino Obras S.L, constituida en 1998, no se dedicaba a grandes proyectos, pero sí era muy habitual ver a esta firma haciendo pequeños trabajos en la zona. La última cifra de empleados que consta es de cuatro, que ahora estarían siendo liquidados porque el frenazo de la construcción dejó a José Ángel sin obras y con un reguero de deudas.
Según declaró, lo peor para él era que su familia sufriera y eso iba a ocurrir en breve. El juzgado les había embargado un piso y el siguiente paso iba a ser el embargo del sueldo de su esposa, profesora de religión este año en los colegios de Alfoz y O Valadouro. Parece increíble, pero esa es la excusa que el constructor esgrime en sus declaraciones para justificar tan deleznable crimen.