Fortunas casi invisibles

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SON LOS dueños del silencio, además de administradores de una buena parte del Producto Interior Bruto (PIB) de Galicia. Por mucho ruido que cada año haga la revista Forbes poniendo negro sobre blanco los números de sus patrimonios, el acercamiento a la realidad de las grandes fortunas gallegas se queda en mero tanteo, en una aproximación armada con datos de los registros oficiales, los visibles y contrastados. Pero si epidérmico resulta el repaso de los números, no lo es menos la historia que construye Forbes sobre perfiles cincelados a base de discreción, grandes operaciones y también mucha suerte.

Amancio Ortega (46.000 millones de euros), su hija Sandra Ortega Mera (5.250 millones), Manuel Jove (3.000), los hermanos Freire Arteta (750), Luis Fernández Somoza (750) e Isabel Castelo d’Ortega (700) se encuentran entre las sesenta primeras fortunas de España. A ellos se suman otros patrimonios en la lista, como Manuel Añón y la familia Castro Sousa, con capitales que oscilan entre los 300 y 350 millones, además de José Manuel Loureda Mantiñán, con otros 250 millones. Al margen de sus cuentas corrientes, son muchos los rasgos comunes que definen a los gallegos de Forbes. Veamos algunas muestras.

Los orígenes. Nadie duda del recorrido de Amancio Ortega y la difunta Rosalía Mera desde un humilde taller de confección hasta crear Inditex. Cerca de allí, en A Coruña, despachaban los hermanos Manuel y Ángel Jove (Fadesa, Inveravante y Anjoca) en la carpintería de la familia. Otro, como Luis Fernández Somoza, hijo de labradores y huérfano de padre a los catorce años, se crió buscando en los alrededores de Lugo carga de retorno para los camiones que regresaban a la Meseta. En 1962 se convirtió en franquiciado de la compañía de transportes vasca Azkar, y en el 91 pasó a tener su control. Hoy dirige sus inversione a través de Subel, un grupo muy diversificado. El betanceiro José Manuel Loureda, uno de los grandes accionistas de Sacyr, comenzó como ingeniero de Ferrovial hasta que decidió crear su propia empresa constructora.

La discreción. El silencio es muy rentable para los grandes patrimonios gallegos. En la mayoría de los casos, abordamos perfiles alérgicos a aparecer en los medios. Apenas hay imágenes públicas de los hermanos José Enrique y Francisco Freire Arteta, que controlan la siderúrgica Megasa y llegaron a ser en su día accionistas de referencia de la multinacional lusa Cimpor. Otro tanto sucede con Isabel Castelo, una de las damas gallegas del dinero y presidenta de la aseguradora Ocaso. Tampoco concede entrevistas la viuda del fundador de la compañía.La primera foto oficial de Amancio Ortega apareció en el verano de 1999 en la memoria de Inditex, que saldría a Bolsa dos años después. Y fue el salto al mercado bursátil lo que familiarizó a Manuel Jove con los flashes.

La familia. En el ADN de las empresas gallegas está su marca familiar y no podía ser menos el grupo que incorpora Forbes. De hecho, en el caso de Megasa el patrimonio es atribuido al conjunto de hermanos y sobrinos. Al propietario de cadenas hoteleras como NH y Hesperia, José Antonio Castro Sousa, le sucede algo similar. Nacido en Venezuela y afincado en Barcelona, comenzó con una empresa heredada de su padre, Construcciones José Castro.Las grandes fortunas gallegas tienen también en común pertenecer casi a la misma generación. Y se encuentran, en muchos casos, en plenos procesos de sucesión familiar.

La Bolsa. Fortunas como la de Amancio Ortega y su hija Sandra no alcanzarían un tamaño sideral de no ser por los paquetes del 59% y del 5%, respectivamente, que controlan en Inditex, la compañía de mayor capitalización de la Bolsa. Fue la salida a Bolsa y posterior venta de Fadesa antes del reventón inmobiliario lo que hizo grande a Jove. Y otro tanto sucedió con Azkar y Fernández Somoza. A mayores, las posiciones en sociedades de inversión en capital variable, las controvertidas sicavs, de baja tributación, resultan herramientas recurrentes con las que se canaliza el patrimonio de los grandes patronos gallegos.

Galicia. Con excepción de Castro Sousa, Isabel Castelo y Loureda Mantiñán, los centros de decisión de los grandes grupos empresariales que cita Forbes se reparten por la geografía gallega. Galicia no es tan periférica si hablamos de dinero. Otra cosa bien distinta es la internacionalización de sus inversiones y la implicación de estas fortunas en el tejido social de su comunidad, una vez constatado que su patrimonio perdurará generaciones y generaciones. Así son los gallegos de Forbes. Y todos los que faltan, los ‘tapados’, pero esa es otra historia.

Abanca toma aire y se centra en sanearse

PRIMERO hubo que descontar la segregación del Banco Gallego, después la venta de 66 oficinas al Etcheverría y por el camino también se fue EVO. Todo eso en tres ejercicios. De ahí que resulte difícil comparar los resultados de lo que es ahora Abanca con lo que era antes Novagalicia. La entidad controlada por Juan Carlos Escotet se ha puesto manos a ello, anunciando un beneficio neto de 342,5 millones a septiembre, frente a los 61,1 millones que declaró NCG en los nueve primeros meses del año pasado. El crecimiento, según esas cuentas, es del 461,3%. La entidad, que ha logrado reducir su mora hasta el 13,8% (la media del sector está en el 13,2%), advierte de algunos márgenes que no son comparables, debido precisamente a las ventas de negocio realizadas el año pasado. Todo ello condiciona las cuentas presentadas, que tienen en el saneamiento, ratios de solvencia y liquidez su gran virtud. Si lo comparamos con septiembre del año pasado, Abanca tiene un activo total ahora de 54.909 millones, frente a los 56.754 millones que declaraba entonces. Su inversión crediticia en los nueve primeros meses alcanzó los 24.188 millones, frente a los 27.019 millones a septiembre de 2013. En cuanto a depósitos, la entidad ha logrado sumar 1.062 millones de enero a septiembre, hasta los 24.188 millones en el tramo minorista, que contrastan con los 27.019 millones en los nueve primeros meses de 2013. Las oficinas también han seguido un recorrido similar (de 672 pasa a 591), al igual que la plantilla. Por tanto, para valorar la gestión de Escotet es preferible esperar a junio del próximo año, cuando lleve al frente del banco un ejercicio completo. A seguir.

YANN MARTIN. España y Eslovaquia no son lo mismo, y PSA no lo entiende

LA joven Eslovaquia, miembro de la Unión Europea pero independizada de la República Checa nada menos que en 1993, tiene algo más de cinco millones de habitantes, una población ligeramente superior a la gallega. Allí, en la fábrica de PSA en Trnava, los costes salariales son un 45% inferiores a la media española, en otras palabras, a los de la planta del mismo grupo en Balaídos. Ambas fábricas compiten por llevarse el nuevo modelo de furgoneta que adjudicará el grupo francés. Y, en Vigo, la batalla esá servida, ya que la dirección de la multinacional, encabezada por el recién llegado Yann Martin, está erre que erre en recortar salarios. ¿Es la forma de competir bajar los sueldos? La única, desde luego, no. Ni de lejos. Citroën tiene un histórico problema logístico, de capacidad, en Vigo. A mayores, está pendiente de un plan estratégico que bien debería definirse ya, para saber si nos situamos al fin en Galicia o en Eslovaquia.

J.M. FERNÁNDEZ DE SOUSA. Zeltia, la única cotizada gallega que vale más en Bolsa

SIN apenas hacer ruido, Zeltia se ha convertido este año en una isla de crecimiento bursátil dentro del archipiélago de cotizadas gallegas. La biotecnológica presidida por José María Fernández de Sousa, que hace pivotar sobre el antitumoral Yondelis su crecimiento en el mercado internacional, tiene en la Bolsa su particular premio. Su capitalización ha avanzado nada menos que un 14% desde finales de 2013. Frente a ella, Inditex, Adolfo Domínguez y San José han visto como su valor en Bolsa retrocedía en los diez primeros meses del año. El grupo de Amancio Ortega, con desdoblamiento de acciones incluido, vale algo más de un 6% menos, mientras que las caídas de los grupos de Jacinto Rey y Adolfo Domínguez se sitúan, respectivamente, en un 38% y un 27%. Frente a ellas, la biotecnológica vale ya más de 585 millones. No está nada mal.

(Publicado en la edición impresa el 8 de noviembre de 2014)

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