La precariedad laboral, aparejada a un problema físico, motivó a la filóloga María Gómez, natural de la parroquia de Duarría, en Castro de Rei, a reinventarse y buscar una alternativa de futuro en el campo, empleando para esto las tierras desaprovechadas de sus padres.
Su trabajo, a través de la firma Alteia, que está en una fase muy experimental, casi de constitución, y que lleva escasos tres meses comercializando sus propios productos, anda a vueltas entre las plantas medicinales y aromáticas, junto con la práctica de la apicultura, una afición que heredó de su padre, «que