HAN TRANSCURRIDO tan solo unos días desde que el pasado 1 de julio el edificio Cenima de Foz abriese las puertas de una de sus salas de exposiciones a este escultor mindoniense de adopción. Fernando Vilariño se define como un artista en sus ratos libres pero no olvida la cantería, una profesión que admira y a la que reconoce echar de menos en estos momentos de crisis.
¿Qué expectativas tiene con esta exposición?
La verdad es que no espero nada en concreto, solo que la gente que quiera se acerque a echar un vistazo y así disfrutar un rato de mi arte. Utilizo la escultura como una forma de experimentar con distintos materiales como la piedra y el granito y así poder plasmar mis sensaciones.
