Estrictamente confidencial

Al final todo se acaba sabiendo.
photo_camera Al final todo se acaba sabiendo.

EL MAYOR avance en años en el campo de la investigación y la sociología no ha aparecido publicado en ninguna revista científica si no que nos ha sido revelado esta semana por dos obispos que deben pasarse el día entre anaqueles y tubos de ensayo.

Monseñor Reig, titular del obispado de Alcalá de Henares, asegura sin ningún género de dudas que el feminismo supone «la deconstrucción de la persona» Yo algo ya barruntaba, y de hecho así se lo tengo manifestado a mi chica, pero ella no está muy convencida, y eso que estudió en Carmelitas.

No habían pasado unas horas de este hallazgo de la sociología contemporánea cuando otro colega sorprendía a la comunidad científica al asegurar que la homosexualidad es una enfermedad pero tiene cura, que sin duda es un alivio porque hay patologías incurables, como la de ser seguidor del Pontevedra.

Al tratarse además de una enfermedad contagiosa y muy peligrosa llevan tiempo buscando un antídoto o vacuna, pero de momento no han publicado sus resultados. Lo último que conocemos al respecto son los datos de un científico laico que fue invitado por el PP para dar una charla en una comisión del Congreso. Se llama Aquilino Polaino, que solo con escuchar ese nombre ya te imaginas un especialista en ‘curar homosexualidades varias’. Lamentablemente el obligado secreto de esas comisiones nos ha privado de conocer el tratamiento para poner coto a esa peligrosa pandemia. Al parecer algunos rumores hablan de una combinación de descargas de corriente alterna y el visionado de fotos de Brad Pitt, pero esto no se ha podido confirmar.

Mientras la jerarquía de la Iglesia en España sigue avanzando por la senda del conocimiento y convergiendo con Europa en valores, en el ámbito futbolístico no quieren quedarse atrás y también hacen sus aportaciones, aunque en este caso al debate político.

En el tardofranquismo y el inicio de la transición se decía habitualmente que ‘Barcelona es Europa’ como para contrastar sus modos y maneras más refinadas con el estilo mesetario de Madrid, y algo de eso aún pervive. Fíjense si no en el Barça, epicentro de la catalanidad y del hecho diferencial. Tan es así que su presidente, Rosell, ha dimitido tras la denuncia de un socio y antes siquiera de ser imputado. Dicho de otro modo: ¿Se imaginan que el presidente de un club, quiero decir, de un partido político, dimita porque un socio, quiero decir, un militante, haya denunciado ante la justicia los negocios y contratos poco claros del tesorero de la entidad? Es un suponer.

Y luego está su aportación al debate económico, que al fin y al cabo el Barça ha dado la razón al otro Rosell, el presidente de la CEOE, cuando reclama unificar las modalidades de contratación. Porque claro, si para contratar a un trabajador se necesitan nueve modelos distintos como con Neymar luego pasa lo que pasa.

Lo único que no me ha quedado muy claro es si eso de la confidencialidad a la que se agarraba el expresidente del Barça para no dar a conocer todos los contratos da tan buen resultado. Por ejemplo, pruebe usted a llegar a su casa un día, pongamos que a las seis de la mañana, y no precisamente en estado de revista, y que su mujer le diga desde la cama.

-De donde vienes a estas horas?

-Lo siento cariño pero es que he firmado una cláusula de confidencialidad y...

Uhmm. No sé, pero me da la impresión de que al final no va a colar, y lo mas seguro es que como el sustituto de Rosell acabe usted cantando, y empiece a entender entonces que en ocasiones es mejor dimitir antes de que te cesen.

Los misterios de la EPA

Confirmado esta semana que la homosexualidad es una enfermedad y que, como muchos temíamos, el feminismo «deconstruye a la persona» (que no sé muy bien que querrá haber dicho con eso el señor obispo, pero debe ser muy peligroso), la Iglesia debería convocar un sínodo para aclarar el misterio de la ecuación de la EPA, que se parece mucho al de la santísima trinidad. Y es que al mismo tiempo que aumentan los desempleados ha bajado el paro registrado, que yo siempre creí que eran magnitudes simétricas, como el padre, el hijo y el espíritu santo.

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