Marisa Lamas, copropietaria, junto a su marido, de la tienda de deportes Marathon, intenta asumir que todo fue una desgracia y que estas son inevitables. Le cuesta, pese a que tanto ella como su marido están tomando tranquilizantes desde que ocurrió el suceso.
«Estamos con Lexatin y con Orfidal, con eso te lo digo todo. No podemos casi levantarnos de la cama. Son desgracias que pasan y hay que asumirlas», comenta.
Del origen del incendio afirma que todavía no le comunicaron nada y añade que todo está en manos de la investigación.
Tampoco puede evaluar los daños económicos que sufrió su negocio. Solo se atreve a decir que son muy cuantiosas.
«Imagínate. Toda una vida y un negocio se fueron al garete en unos minutos», manifiesta.
Esta mujer y su marido tratan de rehacer su vida, pese a lo ocurrido, lo que les costará tiempo.
VECINOS «Seguimos viviendo de prestado, pero quiero volver a mi casa» |
María Teresa, una de las vecinas del edificio, sigue en la aldea. En una casa que no es la suya y en la que ella misma dice que vive «de prestado». Pero es lo que le queda, por ahora. «De momento, no se puede vivir allí. A nosotros ya nos sacaron los escombros más gordos de la parte de atrás, donde la lavadora, la secadora y el zapatero estaban completamente quemados, al igual que la galería y las cortinas de la cocina y del comedor. Para vivir, no vale. Pero quiero acondicionarla y volver a vivir allí. Es mi casa», afirma esta vecina. Ahora, desde el ‘exilio’ de la aldea, espera «que nos digan algo los del seguro» para empezar a recuperar la normalidad en su vivienda. Precisamente, varios agentes de seguros recibieron consultas en los últimos días, de distintos afectados, sobre cómo se pueden tramitar las reclamaciones y qué coberturas tendría cada una de las pólizas. |