Esperanzas y pesimismos

LA SEMANA que cerramos ha sido intensa en todos los planos de interés. Eta en España, los presupuestos de la Xunta (Orzamentos) y los incendios en Galicia, y el descubrimiento público de que fue vendido a un particular el edificio que ocupa Caixa Galicia en la Praza Maior de Lugo son, además del linchamiento de Gadafi, algunos de los puntos fundamentales de la semana. Anuncian, que no es poco, el fin de esta sequía otoñal que hacía posible los incendios y la polémica que los acompaña, como es norma de todas las legislaturas. El linchamiento de Gadafi es la imagen de la crueldad humana y el interrogante sin contestar de quién mueve los hilos en Libia: no fue una casualidad. Un mal inicio para quienes esperan libertades, democracia y derechos humanos en esos países árabes sometidos históricamente a la dictadura y a la arbitrariedad. El anuncio de una tregua definitiva de Eta, que en eso se resume el comunicado —renuncia solo al asesinato— es el inicio de un complicado camino por los obstáculos que se colocarán desde el nacionalismo radical vasco y desde otros radicalismos. Va a ser difícil o imposible un diálogo en el que antes de empezar una parte ya marca el objetivo a lograr. Los Orzamentos de la Xunta son, en el escenario de crisis, una buena noticia porque existen —definen el marco fiscal y de política económica de la Xunta— y porque no implican grandes recortes. La pérdida de la propiedad del edificio central de Caixa Galicia en Lugo es un indicador, de hace tres años, del rumbo en el que acabó ese inmenso castillo de naipes que eran las cajas gallegas. Nadie pareció darse por enterado cuando sucedió. Y ahora, cuando salta la noticia desde las páginas de este periódico, pretenden amortiguar la alarma que provoca dándola por conocida. Pues, no. Incluso quienes estaban en el consejo declaran que no conocían el hecho. ¿De qué se ocuparían en las reuniones?

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