Esperanza y futuro

Regenerar la vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado de bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos» en opinión del Rey, que probablemente comparta como diagnóstico certero del actual momento la mayoría de la ciudadanía. El primer mensaje navideño de Felipe VI fue claro y contundente sobre la corrupción, aunque no incluyese el nombre de la infanta Cristina. Fue claro sobre la crisis económica, al resaltar la realidad del paro y al colocar como objetivo de todos la garantía del Estado de bienestar. Y fue novedoso sobre la cuestión catalana y así parece que lo han visto algunos políticos catalanes. El problema catalán es más que una cuestión económica y hay posiciones de defensa de lo propio que hay que entender y que son legítimas. Es un avance y un cambio de perspectiva en la observación desde la política española, desde Madrid si se quiere decir así, lo que sucede en Cataluña. El primer mensaje navideño de Felipe VI apuntó la necesidad de «poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática. Es decir, cabe la reforma de la Constitución para ponerla al día. Puede decirse que el mensaje de Felipe VI ha respondido a las expectativas que había generado. Fue un discurso que marca «esperanza» en el «futuro», dos de los términos que estuvieron más repetidos en el mismo y que impregnaron el contenido claro y directo. Es el discurso del jefe del Estado no la posición del Gobierno. Aunque el Gobierno conozca previamente ese discurso no significa que lo comparta. Pero si se quiere ver en posición de esperanza, puede ser un impulso para que no se renuncie de antemano al objetivo del Estado de bienestar, para ser contundentes frente a la corrupción desde todos los poderes del Estado, para no cerrarse a las reformas necesarias que aseguren «nuestra sociedad democrática» y para una nueva óptica sobre la cuestión catalana que supone verse en España desde Cataluña.

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