Esos pequeños detalles

ESTAMOS EN PLENA Semana Santa. Nos cuentan que el turismo nacional empieza a dar síntomas de recuperación y se espera la llegada de más visitantes extranjeros. También por las calles de la ciudad se nota que hay gente de fuera. Hace tiempo que Lugo intenta consolidarse como destino. Convertirse en un lugar atractivo para personas que lleguen con dinero y tiempo libre para gastarlo. La competencia es dura. Casi nadie quiere renunciar a esa fuente de ingresos y en cualquier sitio tratan de explotar, con mayor o menor acierto, aquello que puede resultar interesante para los forasteros. Atraer a las visitas es, a veces, cuestión de imaginación. El envoltorio es importante para llamar la atención de los potenciales compradores. Como en todo, hay que saber vender y conocer lo que se vende. Ahora bien, hay que cuidar también el producto. Todo comerciante sabe que no siempre es sencillo ganar un cliente, pero sí resulta fácil perder su confianza para siempre. Se trata de estar o no a la altura de las expectativas que somos capaces de generar.

Un portal de Internet situaba a Lugo como el cuarto destino gallego preferido por los españoles para pasar las vacaciones de Semana Santa. A pesar de las reservas con las que hay que tomarse ese tipo de estudios, se puede decir que no está nada mal la percepción que tienen de nosotros los potenciales huéspedes. Por delante nos encontramos con lugares muy consolidados desde el punto de vista de la oferta turística, como son Santiago de Compostela o A Coruña. Más curiosa, quizás, es la posición que ocupa una localidad como Sanxenxo, más pequeña, colocada justo por encima de la capital lucense en esa misma lista. Es evidente que hemos renovado nuestra imagen a ojos de los posibles visitantes, pero también resulta palmario que queda mucho trabajo por hacer. Igual de importante es acertar con la promoción que seguir mejorando la propia ciudad. En ello tienen responsabilidad los políticos, pero también los ciudadanos. Todos podemos contribuir a hacer más agradable el sitio en el que vivimos. Y eso lo perciben los forasteros.

A veces, pequeños detalles establecen grandes diferencias. Hay quien dice que en Lugo se ve pasar la vida desde la barra de un bar. Probablemente, si se entiende esa afirmación en sentido literal sea un poco exagerada, pero la idea recoge, en cierta medida, la enorme tradición que mantiene el tapeo este sitio. En cualquier época del año, buscamos tiempo para disfrutar de una forma de ocio que ya forma parte de la propia identidad de este lugar. Es un pequeño lujo al que nos cuesta renunciar. Un placer más o menos modesto al que los visitantes también acaban sucumbiendo. Cuidar esas cosas es importante. Todos los días del año, pero de forma especial cuando la ciudad se convierte en un gran escaparate. Sucede con el San Froilán, de forma especial con la celebración del Arde Lucus y también en otras fechas señaladas, como la Semana Santa o los puentes festivos que duran varios días.

No se arreglarán en dos días los desastres urbanos que se aprecian con un simple paseo por el adarve de la Muralla. Tampoco será para mañana la apertura del paseo interior, la peatonalización de la Ronda, la recuperación de casas en estado ruinoso o la restauración del Cuartel de San Fernando. Los milagros son todavía más escasos en tiempos de crisis. Sin embargo, ser acogedores con la gente de fuera, organizar visitas guiadas y actividades de tiempo libre, mejorar la señalización de los lugares de interés, mantener abiertos los museos en días no laborales o explotar el potencial de las nuevas tecnologías para ofrecer de servicios información contribuye a mejorar la percepción que los turistas se llevan de Lugo.

Mantener más limpias las calles o cuidar el patrimonio y el mobiliario urbano son esas pequeñas cosas que también podemos hacer los propios nativos para mejorar este lugar. Detalles que hacen más amable la vida en la ciudad. Para nosotros mismos, durante todo el año, y para los forasteros, cuando gusten.

El movimiento se prueba andando

EL GOBIERNO DE LUGO dice que no renucia a crear una zona de baño pública en el Miño. El propio alcalde aclaró que el Ayuntamiento pretende reformar el planteamiento con el que fue concebida esa playa fluvial para evitar los engorrosos trámites burocráticos. Según López Orozco, se trata de agilizar los permisos para que entre en servicio lo antes posible. La oposición no acaba de verlo claro. Ni populares ni nacionalistas se fían demasiado. En poco tiempo, veremos quién tiene razón. El movimiento se demuestra andando.

Comentarios