Esa música

PACTO FUE LA PALABRA política y económica de la pasada semana. Seguirá. Con las matizaciones que hagan desde La Zarzuela en estos momentos es una música presente en la agenda del Rey desde el inicio de la crisis. A ello invitó a sindicatos, patronal y partidos políticos al inicio. Fue imposible con Zapatero y parece que es imposible con Rajoy. La gran coalición, más allá del pacto, llegará cuando el funeral del bipartidismo: electorado fraccionado al modo italiano.

Alimentar la bestia

La polémica sobre ayudas oficiales a las compañías para que establezcan líneas a un aeropuerto estuvo centrada fundamentalmente en Vigo en los últimos días. Muy activa la mantuvieron políticos e instituciones viguesas. En Santiago hicieron algunas apariciones, aunque de arreglar la capital se encargan los políticos sin necesidad de reclamaciones. El Ayuntamiento de A Coruña ya abrió la caja del reparto millonario a las compañías aéreas y, si nadie lo desmiente, sobre Lavacolla cae también esa lotería de dinero público para atraer aviones. ¿Repercute positivamente en un abaratamiento de los precios para el consumidor? Parece que no. ¿No debería estar denunciado en Bruselas este horno de cremación de dinero público que va contra toda norma de libre mercado y contra la lógica de lo que debería ser la ordenación aeroportuaria en Galicia? Esta batalla localista y esta sangría de dinero público responde a intereses electorales de corto alcance. Es una batalla por el voto. Son pues los grandes partidos, por igual, los que alimentan y fomentan esta existencia de tres aeropuertos en doscientos kilómetros y para 2,5 millones de personas. Y son los políticos quienes alimentan la batalla local desde la práctica de las decisiones y de las declaraciones. Es una batalla perdida del sentido común hasta que se agote la caja, que se agotará.

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