Entrenar a los niños le permitió seguir ligada al yudo

Sara Álvarez asegura que lo pasa peor como preparadora que como deportista: "Te pones mucho más nerviosa"

La mala fortuna de Sara Álvarez con las lesiones no fue capaz de alejar a la lucense de su pasión, y es que la yudoca nunca abandonó el mundo al que lleva ligada prácticamente desde que aprendió a dar sus primeros pasos: "Llevo bastantes años como entrenadora de niños. Y la verdad, es que no sé si llevo peor estar con ellos que competir yo", asegura.

Álvarez reconoce que los nervios afloran mucho más cuando es otro el que está compitiendo: "Te pones mucho más nerviosa. Sufres más. Cuando ellos lo pasan mal, tú lo pasas mal. La situación es bastante difícil. Te tiene que gustar porque se pasa muy mal, pero a mí me gusta mucho. El poder ayudar a los niños, estar al lado del competidor, ver cómo van mejorando, cómo superan sus objetivos... Vives mucho más sus sentimientos que los tuyos propios. Cuando ganan estás feliz por todo lo que han logrado, pero si pierden lo pasas peor", añade.

La experiencia como competidora y también como entrenadora le permite a Sara Álvarez mejorar en las dos caras de la moneda. Cuando compite, comprende la intencionalidad de las indicaciones de su entrenador. Y cuando ejerce su labor como monitora, entiende todas y cada una de las reacciones de sus alumnos.

"Cuando ves lo que hacen los niños sabes perfectamente porque lo hacen, porque tú lo viviste cuando estabas compitiendo. Por eso lo vives", narra la yudoca.

Álvarez aconseja a sus alumnos tomar la vida con calma, un consejo que le hubiese dado a ella misma cuando empezaba: "Hay que ir poco a poco, no quemar etapas. Antes iba a todo lo que me daban y llega un momento en el que tomas una decisión. Ver lo que viene bien y mal y saber elegir. Sé que forcé la máquina en algunos momentos", asegura.

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