La gastronomía es algo que aquí en Galicia está muy ligada a los festejos. Un buen ejemplo de esto lo pudimos observar el pasado domingo con la celebración del tradicional San Blas en la capilla que lleva su nombre en el barrio de Vilaxoane, en Foz. Allí marca la costumbre que deben degustarse los populares panecillos de San Blas, algo que realizan los devotos con buen gusto, ya que estos dulces gozan de un exquisito sabor.
La encargada de su realización desde hace un lustro es la confitería Anduriña, que preparó unos 3.000 bollos, y siempre se queda alerta por si hace falta poner en el horno alguno más. Este año, además, hubo una gran demanda de los mismos ante la ausencia de los también populares callos durante el cierre de las fiestas, ya que al coincidir con domingo no hay gente suficiente para servir y atender en la iglesia.
El secreto del sabor de estos bollos está en los frutos secos y las pasas que los acompañan, y aunque muchos aseguran que una vez están bendecidos saben mejor, los hay también que no se pueden esperar y los comen de inmediato ante tan golosa tentación.
