Tras más de 30 noches durmiendo en el cajero de la única oficina bancaria de Muras, Albino Orosa, natural de Vilapedre, en Vilalba, pudo descansar anoche en una cama.
«Non é o mesmo durmir aquí -decía mientras golpeaba el suelo- que nun colchón», explicaba ayer por la tarde este vecino de Muras, antes de disfrutar de la noche más ansiada. «Xa tiña ganas», comentaba, mientras bromeaba con que tampoco vivió tan mal los últimos días. «Fun a un bo hotel», reía. Sin embargo, más cansado, con menos ganas de hablar y sin afeitar, reconoció que sintió un «gran alivio» cuando recuperó las llaves del centro cívico Casa Rouco, el que fue su hogar en los últimos dos años.
Por la mañana ya llevó sus cosas, varias bolsas de ropa, para instalarse por un tiempo. No sabe cuánto. En los papeles que firmó en el Concello para poder regresar a la casa tampoco se especifica. Pero no le preocupa. No tiene planes. Solo quiere volver a la rutina y tener unas comodidades mínimas para una vida digna. «Poder ducharte e asearte é o mellor de todo», dijo ayer.
