''En casa nunca discutimos, todo queda en el bar''

PUEDE DECIRSE que lo suyo fue un flechazo como esos de las películas. Hace 40 años que se encontraron por primera vez en el pueblo de él, As Oiras (Alfoz), el mismo del padre de ella, en el que Toñita disfrutaba de unas vacaciones con sus progenitores, que se habían instalado en Argentina.

El destino quiso que la emigración volviera a la vida de la familia Carreiras, aunque esta vez en sentido contrario, pues fue Toñita la que abandonó América para regresar de nuevo a la tierra de sus antepasados. Dejaba una vida atrás, pero empezaba otra al lado del hombre de su vida, que no se cansó de mandarle cartas en el más de un año que estuvieron separados.

Al poco de volver, apostaron por Foz como nuevo destino y allí, en las inmediaciones de la playa de A Rapadoira, abrieron un bar, As Brasas. Indalecio tras la barra y Toñita en los fogones formaron un tándem perfecto durante años, y aún sigue siéndolo, aunque los problemas de espalda de ella la han sacado a la cocina y ahora es una especie de relaciones públicas del local «y ayudo en lo que hace falta, poniendo una mesa o sacando algún plato», explica aún con un fuerte acento argentino, que se resiste a abandonarla, a pesar de los años que lleva en Galicia.

Trabajar juntos nunca fue un problema. «En casa nunca discutimos, todo queda en el negocio, porque lo contrario sería agobiante», una regla que han seguido a rajatabla. Y menos mal, porque el local, situado a pocos metros de la primera playa con bandera azul de la comarca. es un hervidero de gente en verano. «¿Vacaciones es esa época? Ni soñarlo», dicen. Por eso, se reservan unos días para ir al Sur en busca del sol y, cada dos años, Toñita vuelve a Argentina «porque el trabajo de mis padres quedó allí y hay que ir de vez en cuando», aunque son viajes de menos de quince días, porque el negocio no espera, «y no llegan a nada», pues, aunque para vivir Foz, dice, «la verdad es que la patria tira».

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