Émulos de Lombao y Quirico

HAY QUE RECONOCERLE al portavoz socialista, Luis Álvarez, su aportación a una vida municipal atenazada por los casos judiciales. Este profesor de Matemáticas de origen asturiano y lucense de adopción evolucionó tras su llegada al Concello en 2011 desde la imagen seria y oficialista que mostró en su etapa como delegado de Educación a otra de político burlón con un punto canalla, que exaspera y desorienta al contrincante, como hacía el exmadridista Míchel con los defensas hasta que la cámara le pilló tocándole los trastos de matar al colombiano Valderrama.

Pero Álvarez de momento va de cara, aunque los populares lo acusan de azuzar por lo bajini en los plenos, y sus intervenciones de los miércoles en la rueda de prensa posterior a la junta de gobierno son un alarde de dedicación semanal a trabajar el guión. Aunque algún profesional podría darle alguna pauta para pulir la puesta en escena, el portavoz socialista a veces no espera ni la pregunta para soltar la dedicatoria semanal a quien es su blanco preferido, Jaime Castiñeira.

Y aunque el portavoz popular lo considere segundo plato, ya que sus ataques principales se dirigen en buena lógica hacia Orozco, lo cierto es que el duelo de antagonistas Álvarez-Castiñeira va camino de convertirse en un clásico del mandato, como otras tormentosas relaciones que en su día fueron famosas en Lugo. Recuerdo, por ejemplo, aquella agria polémica que protagonizaron en los años 90 Manolo Lombao, ‘El Castañero’, y O Galo Quirico. Aquellos personajes se lanzaban desafíos verbales cuando se cruzaban en la Praza Maior, hasta que un día los ánimos se caldearon más que las castañas y Lombao, harto de las burlas, se lanzó al cuello del Quirico para cortarle la cresta.

En buena lógica, en el Concello la tensión es solo dialéctica y en lo único que puede derivar es en una trabajada réplica, porque a veces tiene más eco en los medios de comunicación una frase ingeniosa que una sucesión de datos y cifras. Y es que Álvarez en verdad estuvo inspirado esta semana cuando definió al grupo municipal popular como la ‘Castiñeira Big Band’, recomendando a su portavoz grabar un CD con sus «grandes fracasos», en alusión a la labor de oposición. El socialista tiraba de ironía para aludir a las declaraciones del dirigente popular en las que pedía el cese de Orozco por su imputación en el caso Pokemon, mientras el PP permitía la continuidad del regidor compostelano, Ángel Currás, también acusado. «Vén a Lugo a pedir a dimisión do alcalde de Santiago... Ah, non, que pide a do alcalde de Lugo...», bromeó Álvarez.

Castiñeira eludió al día siguiente la réplica y se la dejó a un segundo espada, Antonio Ameijide, quien mantuvo como pudo el tipo instando al portavoz socialista a dedicarle más horas a la gestión de las áreas que dirige en lugar de pasar el tiempo preparando monólogos humorísticos.

El voto de calidad del alcalde en el pleno dará una calle a Manuel Fraga

Pero al margen de la polémica semanal entre socialistas y populares, la relación entre PSOE y BNG parece haberse roto definitivamente y la gota que podría haber colmado la paciencia de los nacionalistas habría sido la decisión del alcalde de apoyar la propuesta del PP para que Manuel Fraga dé nombre a una calle de Lugo. Tras el desacuerdo en la comisión del callejero, por la negativa del Bloque a aprobar la inclusión del expresidente gallego en el nomenclátor, se acordó que sea el pleno municipal del 30 de diciembre el que decida, aunque parece claro que la propuesta saldrá adelante toda vez que Orozco ya anunció que votará a favor. El regidor dio libertad a su grupo en este tema, pero aunque los otros diez concejales del PSOE se sumen a los dos del BNG en el rechazo, se daría un empate con los once del PP -falta Arcadio Silvosa por enfermedad- más el sufragio del alcalde, que por ser un voto de calidad decidiría el resultado en favor de dedicarle una calle en la ciudad al político vilalbés.

Una corporación con ediles de baja, apartados, en la diáspora o sin acta

Los grupos de la corporación lucense cuentan con concejales sometidos a todo tipo de vicisitudes. Los socialistas tienen una edil en la diáspola, Rosana Rielo, que trabaja en Gijón y se desplaza a Lugo a los plenos o, como el fin de semana pasado, a ver el CD Lugo-Spórting. Luego están los populares, que a la baja temporal de Silvosa, han sumado la de Enrique Rozas, que mantienen apartado o, al menos, desinformado, ya que nadie le indicó que su grupo había boicoteado el lunes el acto del Concello contra la violencia de género. En cambio, el BNG parece querer sumar otro edil y el responsable local, Álex Penas, asesor en el Concello, hasta comparece ante la prensa en el local del grupo municipal, como hizo ayer.

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