Empató el Atleti y ganó el fútbol

Esta vez no me fui sin cenar a cama tras perder el Barça la Liga.
photo_camera Esta vez no me fui sin cenar a cama tras perder el Barça la Liga.

SI BUSCAN en Youtube podrán encontrar un hermoso cortometraje rodado hace unos años en cine y en blanco y negro que explica mejor que cualquier otra cosa lo que ha sido y es la esencia del sentir rojiblanco. Se titula ‘Campeones’, con guion y dirección de Antonio Conesa. Es una tarde en las afueras de Madrid, en la Casa de Campo, bajo la sombra de unos pinares, allá por un caluroso mes de junio. Un niño vestido con la equipación del Atleti escucha en la radio del coche el partido entre su equipo y el Barça. Es la última jornada de la temporada 70/71, y al igual que hace dos días, se disputaban entre los dos el título de Liga.

La única diferencia es que entonces había un tercero en discordia, el Valencia, que jugaba en Sarriá y que sería campeón si vencía al Español. Pero el Valencia perdía. Faltaban quince minutos, y con ese resultado se proclamaría campeón el que ganase en el Vicente Calderón. Los dos iban empatados 1-1, tras adelantar Martí-Filosía al equipo catalán y empatar al poco Luis para los locales.

El Atleti achuchaba y el Barça se defendía sin atacar apenas, perdiendo tiempo, lo que desconcertaba a la hinchada local y a los locutores radiofónicos, ya que el empate no le servía. Con el Atlético volcado y rozando el gol de la victoria y el título en cada acción Matías Prats narra la desgracia que arruinaría las últimas esperanzas colchoneras;

«Papá, papá, se ha lesionado Gárate, se ha lesionado Gárate», sale gritando el niño del coche medio entre sollozos. El padre, sentado sobre un banco, menea la cabeza en un gesto de fatalidad: «Siempre igual, siempre igual».

Cuando este pasado sábado a poco de iniciarse el partido se lesionó Diego Costa no pude evitar acordarme de aquel corto y de aquella Liga perdida por los colchoneros. Minutos más tarde caía también Ardá Turán. Los dos se retiraron entre lágrimas.

En ese mismo instante comencé a desear que perdiese mi equipo y ganase el Atlético. Por primera vez en mi vida no canté el gol del Barça, ante la extrañeza de mis dos hijos pequeños que sí saltaron de sofá y me miraron incrédulos, como si estuviese enfermo, o loco, o las dos cosas. Solo lamenté el gol de Godín que suponía el empate y la pérdida del campeonato por ellos dos. Espero que algún día me perdonen y me comprendan.

Pero es que hay ocasiones en que lo justo y lo necesario es que gane el rival. Incluso los aficionados azulgranas que llenaban el Camp Nou aplaudieron al campeón que se abrazaba en el césped. No hubiese sido fácil creer en la vida más allá del Barça y el Madrid si el Atleti hubiese perdido esta Liga.

Con una fe de carbonero, y ante la desgana aburguesada de azulgranas y merengues, Simeone fue construyendo semana tras semana un monumento al fútbol que nos ha contagiado a todos. Imposible no empatizar con ellos, con el mensaje que resonaba al final de ese documental del que les hablaba, cuando la voz en off del niño que lloró con la lesión de Gárate y la Liga perdida del 71 narraba ya de adulto que siempre que iba al Calderón se acordaba de su padre ya fallecido: «Sobre todo cuando perdemos», finalizaba.

Por eso, justo al acabar el partido, recordé un titular que abría el suplemento de deportes de El País tras la última jornada de la temporada 80/81, aquella en la que La Real Sociedad arrebató la Liga en el ultimo segundo al Real Madrid con el recordado gol de Zamora en El Molinón, cuando ya los merengues celebraban el campeonato en el césped del José Zorrilla de Valladolid. «Empató La Real y ganó el fútbol», tituló Julián García-Candau. Pues eso. 33 años después ha vuelto a ganar el fútbol.

La historia real de 1966

Les imagino al tanto de esas cábalas astrales que vienen haciendose hace una semana con respecto a unas circunstancias calcadas a las actuales y que ocurrieron en 1966. Ya saben, Austria gana Eurovisión, el Atleti la Liga, baja el Betis, sube el Depor... y por supuesto el Madrid gana la Copa de Europa. Pues me temo que no va a ser esto último. El hecho más relevante de ese año es que el Pontevedra fue subcampeón de invierno de Primera. Por lo tanto ya se imaginan que todos los supuestos del 66 no se repetirán, y solo falta ya la final de Lisboa, ergo...

(Publicado en la edición impresa el 19 de mayo de 2014)

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