Elegir sin saber lo qué

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ESTO DE LAS elecciones europeas deja al descubierto casi mejor que cualquier otra cosa la distancia entre políticos y ciudadanía. Para bien y para mal. Ellos nos hablan de «todo lo que nos jugamos», pero en el fondo la sospecha general es que lo que buscan es asiento allí en Bruselas, que por cierto están excelentemente remunerados.

Como en el resto de España, no sé si en el resto de Europa, las elecciones europeas pasan por A Mariña de puntillas. No se espera por aquí a Mariano Rajoy. Aunque nunca se sabe. Antes venía a visitarnos muy a menudo José Blanco. En cada campaña: municipal, autonómica, general, daba igual. Yo fui testigo de bastantes de esas visitas, y aquello era una mina. A mí a veces me daba hasta un poco de vergüenza ajena, porque se le pedía la intemerata. Recuerdo una vez en una comida en el monte de Santa Cruz, no sé en qué elecciones, que al pobre lo dejaron churruscado. Era alcalde de Ribadeo Balbino Pérez Vacas, y se llevó un buen saco de peticiones. A todas estas, decir que Blanco iba sobrado de callo. A los que lo conocíamos de antes nos sorprendía muchísimo, porque había cogido tablas hasta el punto de convertirse en un tipo no solo afable en el trato corto, sino en un orador aceptable que arengaba a las masas no con el impulso de Azaña, pero sí de manera notable. Con todo lo que vivió en los últimos años y las culpas que le cayeron a él personalmente y a su gobierno en general, sospecho que su actividad se vio bastante reducida.

Pero a lo que iba es a que en aquellos sacos peticionales cabía de todo, pero cuando lleguen estos mítines que nos aguardan en las próximas semanas, no veo yo a los paisanos saliendo al paso del mitinero de turno para pedirle que promueva una euroorden, pongamos por caso, para garantizar el precio de las patatas de Galicia en el mercado de la UE. O que se obligue a los colegios de toda la Comunidad Europea a consumir carne producida exclusivamente por los países miembros. O solicitando una ley más justa en política migratoria. Como mucho, aquí en A Mariña, si alguno se pasa por Celeiro o Burela, le caerá alguna petición a propósito de las cuotas pesqueras, un asunto farragoso, aunque, eso sí, de una importancia capital.

Otro asunto en el que merece la pena pararse son los mítines. Pese a que ya tengo expresado aquí mismo mis patéticas dotes de pitoniso electoral, fui muy certero previendo el final del bipartito en la Xunta el día en que Anxo Quintana dio un mitin en Burela. Bastaba echar un vistazo para darse cuenta de que el público lo formábamos casi en exclusiva dos tipos de personas: cargos varios del BNG y representantes de medios de comunicación. Por poco, pero se confirmaron mis presagios.

En las europeas, el público que asiste a los mítines es muy parecido al de aquel día: gente sin ningún interés en lo que se está diciendo, aunque sí interesado en el funcionamiento del partido.

El padre de un amigo va, por lo menos en las municipales, a los mítines de todos los partidos para ver qué prometen y qué no. En las municipales hay más vidilla, pero ahora nadie se pone a hablar del reparto del Parlamento Europeo porque se provocaría de forma inmediata una hipnosis colectiva que induciría a los asistentes a un coma profundo del que solo saldrían cuando subiesen el volumen de los altavoces con las sintonías del partido que sea.

Es una lástima que en la Lomce no se contemple una asignatura alternativa a religión en la que se estudie el funcionamiento de las instituciones europeas y para lo que sirven, porque así al menos dentro de unas generaciones tal vez habría una camada de electores responsables y conscientes de la trascendencia de lo que están haciendo, no como ahora, que no tenemos la menor idea de lo que se está cociendo.

Hace tiempo hice infinidad de informaciones, reportajes y entrevistas vinculadas al mundo del sector lácteo. Veías claramente que los pobres están absolutamente sometidos a un destino superior que les sobrepasa. Nadie les explica el proceso completo que lleva a que tengan los problemas que tienen para vender su leche a un precio justo.

La de por aquí puede que no sea la mejor del mundo, pero es excelente. ¿Por qué no se valora como tal? La respuesta está en Europa, pero es tan complejo que ni siquiera hay mucho interés en explicarlo de una forma pedagógica. Seguro que ellos mismos no pusieron mucho de su parte, pero la consecuencia es que donde había ganaderías y zonas explotadas ahora no queda nada que no sean extensiones vacías que hacen que nos demos cuenta que, efectivamente, estamos en un extremo de Europa.

EL GUSTO ♦ Un voto de confianza en el futuro del libro, aunque sea de papel

ELEGIMOS A la autora ribadense Eva Moreda para poner cara a los muchísimos escritores que andan por la comarca, aunque ella ande algo más lejos, y que con gran ilusión hacen el siempre complicado trabajo de sacar adelante un libro, un trabajo quijotesco de verdad. Al menos dicen las encuestas que por lo que parece las nuevas generaciones saldrán algo más lectoras que las actuales, y que por lo tanto no todo está perdido. Luego habrá que descender al detalle de lo del libro electrónico, las descargas y todo eso, pero si por lo menos se lee, lo cierto es que tenemos mucho andado.

EL DISGUSTO ♦ Nuevo asesinato machista en la comarca mariñana

DOS SUCESOS de violencia de género sacudieron A Mariña en lo que va de año. El primero fue en San Cibrao y el segundo lo tendrán todos en la cabeza porque fue muy recientemente, en Foz, cuyo alcalde, Javier Castiñeira, se llevó un mal trago tremendo. Siempre es algo terrible que sucedan estas cosas, aunque seguramente sea complicado explicarlo. Eso no quita para que sea importante hacer frente y buscar causas y, sobre todo, intentar buscar medidas preventivas, entre las que está siempre la de la denuncia, porque es un primer paso. Luego hace falta que el mecanismo posterior funcione.

(Publicado en la edición impresa el 28 de abril de 2014)

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