El volante que les hizo libres

cuadricilo, minicoche, microcoche, miniauto, microauto, minicar... son algunas de las palabras que definen a los coches sin carné, aquellos que se pueden conducir con la licencia de un ciclomotor. Aunque están pensados para todas las edades, y se pueden guiar desde los 16 años, lo cierto es que el perfil de la mayoría de los conductores que circulan por la comarca con estos autos son jubilados y mayoritariamente hombres. No contar con las facilidades actuales para sacarse el carné limitó a la mayoría a tener que desplazarse en motocicleta, de la que muchos ya no quieren acordarse ahora que van protegidos del frío, la lluvia y el viento en sus turismos. No pueden superar los 45 kilómetros por hora y pueden circular por todo tipo de vías, excepto autopistas y autovías. La independencia y libertad que la mayoría confiesa que ha ganado supone un peligro para sus detractores, quienes lamentan que personas sin carné pueden conducir.

Sagrario Casas Ben
79 años
«Foi o mellor traxe que puiden comprar. Sen el non podería saír da casa»
«O único que podo é falar ben do coche», asevera Sagrario Casas, de 79 años, a las puerta de su casa de San Cibrao, en cuyo garaje reposa como un señor un pequeño coche gris, que se ha convertido en el mejor aliado de la independencia de Sagrario. «Sen el non podería nin saír da casa, en que iría», se pregunta, «porque xa son maior para o Vespino», en el que anduvo durante años, lo que le valió estar acostumbrada a moverse con soltura por las carreteras, «e tamén de ir co meu marido ó lado sempre colles algo», asevera.

A llevarles flores a su tumba es uno de sus desplazamientos habituales. Enterrado en Lago, «collo o coche, meto as flores e marcho, e así non dependo de ninguén», explica. También para hacer la compra el coche es de lo más útil, pues aunque tenga los supermercados cerca «podo traer máis compra da que podería indo andando».

Nueve años hace ya que Sagrario se puso al volante del coche, un tiempo en el que no tuvo ningún percance. «Nin tropecei con outro nin rasquei a ninguén», dice mientras toca madera con la mano derecha para que la suerte siga de su lado, a lo que ayuda que sea una mujer segura y prudente.

Ella misma eligió el color del coche, por el que no tuvo que esperar mucho y por el que desembolsó menos de 5.000 euros, «que xa son cartiños para unha viúva», asevera, aunque los da por bien invertidos, pues «foi o mellor traxe que puiden comprar, porque dá moita independencia», insiste. La contrapartida al precio está en el poco gasto de combustible. «Non gastan moito, son un regalo, agora está un pouco máis caro o gasoil, pero con dez euros trota dabondo».

Modesto Albo y Carmen Martínez
Matrimonio de 82 y 74 años
«Agora non quero ser escravo do coche, que o sexa el de min»
Modesto y Carmen están estrenado su flamante vehículo, que adquirieron hace menos de mes y medio por la nada desdeñable cifra de 15.000 euros. De estilo deportivo, y en un rojo brillante, los dos están encantados con su coche, aunque a ninguno de ellos le convencía el color. Carmen lo prefería gris, mientras que Modesto apostaba por el verde, «porque é unha cor que me gusta ata para a roupa», dice. Al final, no esperar mes y medio por otro modelo, que tenían que traer desde Francia, les hizo quedarse con el que había en el concesionario. «Non era o mellor nin o máis malo, era o que había», sentencia Modesto Albo, un vivariense de 82 años afincado en Xove, donde puede practicar una de sus diversiones favoritas, los bolos, en los que es un gran experto.

«Sen o coche non seríamos ninguén», recuerda Carmen Martínez, que en mayo cumplirá 75 años, quien se queja de que el mayor defecto de estos vehículos es que no giran bien, lo que les hace muy incómodos a la hora de aparcar, un esfuerzo doble que tiene que hacer su esposo, que es quien conduce. «Estiven máis de vinte anos conducindo tractores e viran moito mellor que estes coches», asevera.

Aún así, no cambian para nada el coche por la moto con la que desplazaban hace una década, «un modelo de Peugeot que estaba homologada para os dous», recuerda la mujer. Fue un cambio, a mejor, cuando se decantaron por un coche sin carné. «O que tiñamos antes durounos oito anos e espero que polo menos este me bote outra temporadiña», asevera Modesto, quien recuerda que el anterior tuvieron que cambiarlo por una grave avería, que hacía que mezclara agua y aceite «e que polo que costaba non compensaba reparar». Pero cada vez que pasaban por la explanada del taller donde quedó aparcado «dábame moita pena», apostilla Carmen.

El coche les da la libertad de moverse, las ganas ya las ponen ellos, y lo usan tanto para ir a los bailes, como para visitar a sus familiares e incluso ir al monte. De hecho, el maletero, bastante espacioso, está lleno de bártulos, donde la mitad de los días no falta un ‘sacho’ y otros aperos para plantar. «Non quero ser esclavo de coche, que o sexa el de min», advierte Modesto, con la misma gracia de los pasados carnavales, donde se prestó a disfrazarse de mujer, aunque no consiguieron que se afeitara el bigote, unas imágenes que sus nietos ya han amenazado con colgar en internet.

Luis Rego Leytón
Focense de 68 años
«Cambiar a moto polo coche foi como pasar do negro ao branco»
Luis Rego acaba de cumplir 68 años, aunque más exacto sería decir que es un adolescente de 17, ya que tuvo la habilidad de venir al mundo un 29 de febrero. Al igual que los menores de edad no podría conducir un coche de verdad, pero en su caso es porque nunca se sacó el carné de conducir. «Cando tiña a idade, non o puiden sacar e despois viñeron os chavales e o sacaron eles e houbo que comprarlles coche.... Vamos que quedei á cola», cuenta. Una espinita que se sacó hace casi cuatro años cuando se decidió a comprar un minicoche. «Para mín cambiar a moto que foi o meu transporte durante corenta anos polo coche foi coma pasar do negro ao blanco. É moito mellor agora, porque co coche da igual que chova o neve», afirma.

«Aforro de molestar á familia», dice, porque el coche le da autonomía para desplazarse. Son muchos los viajes que hace a Burela por cuestiones médicas, pero también tiene ido a Ribadeo y otros puntos de la comarca, «e vou por todas as carreteras polas que puido andar», asevera desde su casa de Vilaronte. Para su esposa, que le acompaña a menudo, también ha sido una liberación y ahora ya puede ir al supermercado y llenar el coche de bolsas, «porque ten un maleteiro coma a calquera coche», presume.

Aunque consume poco, notan el incremento del precio del gasóleo de los últimos tiempos, «pero con el cheo teño para 200 quilómetros». De color azul, Luis está encantado con su compra, en la que invirtió más de 12.000 euros. «A moto, regaleina», concluye.

Manuel Rego
Vecino de Xove
«Polo que costa un coche destes traes un dos outros. É un roubo»
Manuel Rego vive en O Cruceiro y, para él, son habituales los viajes a Viveiro y Burela con su coche de color verde que adquirió hace una década. «Este foi feito aquí en España non veu de fóra», cuenta orgulloso.

Lo de comprar un coche fue para Manuel una obligación porque, si pudiera, seguiría yendo en moto, como hizo hace más de treinta años, «pero andaba mal da circulación e o médico xa me dixo que non me volvería a dar as mediciñas senón deixaba a moto, así que vinne obrigado a comprar o coche, pero non cambiaba a moto se non ma saca o médico», asevera.

En los años que hace que conduce no ha tenido ninguna avería, una ventaja a la que suma que gasta poco, pues «eu énchoo a tope e vou a Burela e veño e non se move para nada a agulla», asegura. Unos doce euros le cuesta llenar el depósito del turismo, que le permite moverse con total libertad, aunque el precio que debe pagar es excesivo, a su juicio. «O coche é moi caro, co que costa un destes coches traes un dos outros, é un roubo».

Cal y arena
Elevados precios y diversidad de modelos
Un hándicap de estos vehículos es su precio, muy superior de media a los convencionales. Por menos de 9.000 euros es casi imposible comprar uno nuevo, una cifra que se puede llegar a duplicar en el caso de los más caros. Mejores precios se encuentran en el mercado de segunda mano. El sector se ha convertido en un importante eje de negocio y son una docena las marcas que los fabrican.

Variedad
El mercado de los minicoches incluye diversos modelos, desde turismos, a descapotables, ‘pick up’, berlinas y hasta camiones. Suelen usar diésel, aunque también hay de gasolina.

Dos plazas es lo que tienen la mayoría de los coches, aunque también los hay de cuatro plazas. Pueden viajar niños, siempre que lo hagan en las sillas homologadas.

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