El Twitter de la reina

SIGLO XXI, tiempos de tecnología y redes sociales. Incluso la reina Isabel de Inglaterra, paradigma de la tradición y del formalismo más conservador, se decide a estrenarse en Twitter. Con su iPad en la mano es la cara de la adaptación a los nuevos tiempos, la imagen más avanzada de nuestro mundo occidental. El otro lado de la moneda es el de la barbarie y de la injusticia . Porque mientras la reina británica escribía su primer tuit, en Irán, una joven de 26 años era ahorcada en la oscuridad de la noche.

La joven Reihane tenía 19 años cuando un hombre, un médico que había sido también empleado del Ministerio de Inteligencia iraní, intentó violarla. Ella se defendió clavándole un cuchillo. El violador murió. De nada valieron las campañas internacionales reclamando un juicio con garantías. Campañas en las redes sociales recorrieron el mundo, pero el régimen iraní, como siempre, hizo oídos sordos a las protestas. La familia del violador hubiese podido salvarle la vida perdonando a la acusada, como prevé la ley iraní, pero tampoco tuvo compasión. Después de pasar los últimos 7 años en la cárcel, Reihane fue ahorcada mientras su madre, una conocida actriz iraní, suplicaba clemencia entre gritos y lágrimas.

Los tiempos no son iguales para todos. La reina Isabel, a sus 88 años, puede aprender a manejar un iPad y abrir una cuenta en Twitter: lo que haría cualquier chica como Reihane. Sin embargo la joven ha tenido la mala suerte de nacer en un país en el que si te defiendes de un violador te mandan a la horca.

¿De que nos sirven todas las tecnologías del mundo si aún no somos capaces de acabar con estas barbaries? ¿De qué sirve el progreso tecnológico si no somos capaces de impedir que la vida de millones de mujeres en el mundo no valga nada?

Las conciencias se revuelven ante tales injusticias, pero al cabo de unos días un drama reemplaza a otro y al desaparecer de los titulares caen en el olvido. Así pasó con las niñas nigerianas secuestradas por los terroristas de Boko Haram. Así pasa con las masacres del Estado Islámico.

Ojalá alguien le diga a la reina británica que Twitter es, ante todo, una potente arma de comunicación y que puede utilizarlo para denunciar los horrores que se cometen en pleno siglo XXI. Si el Papa Francisco lo ha entendido ¿por qué no una de las mujeres más influyentes del mundo civilizado?

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