El tren redescubre galicia gracias a la ruta de los faros

Vista desde uno de los tres puentes que atraviesan la ría de O Vicedo. (Foto: J. Vázquez)
photo_camera Vista desde uno de los tres puentes que atraviesan la ría de O Vicedo. (Foto: J. Vázquez)

Andrés do Barro se sentiría orgulloso. Más de cuarenta años después de que su tren lograse perforar la barrera lingüística impuesta por el régimen franquista, colocando la pegadiza canción escrita en la lengua de sus ancestros como número uno en las listas de éxitos de aquella castellanizada España, una pequeña línea de Feve va camino de convertirse, en tiempos de autopistas y líneas aéreas de bajo coste, en recorrido imprescindible para descubrir la esencia oculta en las esquinas del alma de un territorio con tanto espíritu como Galicia.

Porque el trayecto desborda precisamente eso, alma. Y cuenta de ello- al fin- se han dado la Axencia de Turismo de Galicia y Renfe, poniendo en marcha una ruta turística con la vía cantábrica como eje conductor. Una ruta ya de por sí excepcional a la que se ha añadido, de manera más que acertada, el placer de encontrarse con la naturaleza más salvaje, haciendo escala en aquellos puntos donde antaño (y no tan ‘antaño’) los fareros ejercían noblemente su oficio para que las naves pudiesen llegar sanas y salvas a puerto.

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