Ni deuda, ni ajuste de cuentas, ni rivalidad en el mercado de las drogas. El móvil del doble crimen de Xermade fue el robo de alrededor de un kilogramo de cocaína (para ser más exactos, entre medio kilo y un kilo) que Eulogio Hermida tenía escondido en la cocina de la vivienda para despachar en pequeñas dosis a los consumidores que se desplazaban hasta la pequeña aldea de Burgás.
El secreto sigue pesando sobre las actuaciones judiciales, aunque poco a poco se van conociendo algunos detalles de lo ocurrido la noche del 22 de febrero en Xermade. Los dos acusados del doble crimen, Juan José Calaza ‘El Pibe’ y Brais Lozano, no era la primera vez que acudían al lugar a «pillar» cocaína. Eran dos de los muchos toxicómanos que en los últimos meses se desplazaban hasta la aldea xermadina para comprarle droga por dosis a Eulogio, que gracias a sus contactos con el narcotráfico suministraba material de calidad y a buen precio.
Además, no se ocultaba. El hombre asesinado junto a su padre, Víctor Hermida, solía alardear sobre su actividad ilegal y siempre se jactaba delante de los consumidores que tenía lo que necesitaban, de ahí que fuera vox populi que en Burgás había droga y en cantidad.
