El primer paso

Rajoy, repensándose.
photo_camera Rajoy, repensándose.

POR FIN. Nos ha costado, pero ya hemos dado el primer paso hacia la solución de la enfermedad que desde hace unos años nos está devorando las entrañas del país. Ese primer paso es siempre el diagnóstico, ponerle nombre a la enfermedad para poder empezar a medicarse correctamente. Y al final resulta que no es que estemos en crisis, en estancamiento o en recesión, que también, sino que estamos repensándonos.

Lo ha diagnosticado esta semana el doctor Mariano House Rajoy: hay que repensar el país. Y cuando alguien como él afirma tal cosa, los demás debemos callar y escuchar, porque Rajoy de repensar sabe un rato largo. Es, por lo que parece, lo que ha estado haciendo estos últimos meses, repensarse a sí mismo, y de tanto darse vueltas ya ni se reconoce ni lo reconocemos. Pero no hay nada que reprocharle, porque cuando alguien traiciona en tan poco tiempo todo lo que ha dicho y prometido hasta el momento, todo aquello que lo definía y por lo que lo definíamos, la primera víctima es él mismo. Merece nuestra misericordia, no nuestro rencor.

A mí lo de repensarnos no me parece mal del todo. Y es algo que se le da bien por aquí a mucha gente, seguramente porque es mucho más sencillo que pensar a secas, sobre todo porque ya te viene la mayor parte del trabajo hecho. Es verdad que las sociedades cuyo desarrollo social y económico admiramos se caracterizan más por el pensar -investigación e innovación, lo llaman, en contraposición a la mera producción-, pero exige más arrojo, trabajo e inversión. Y eso cansa mucho más, del mismo modo que es mucho más decisivo formar que reformar o que cobramos por la creación y pagamos por la recreación.

Ha sido decirlo Rajoy, y un montón de gente se ha puesto a repensarse. Los del PP y los del PSOE, por ejemplo, aunque una vez más han demostrado su pereza intelectual y se han inclinado por el reciclaje, que más vale una idea en mano que ciento volando. Simplemente se han intercambiado el guión para seguir con la serenata del Gobierno incapaz que toma las medidas inadecuadas porque carece de plan y responsabilidad, y la oposición ultramontana y desleal que toma la calle y desea que el país se descalabre para acceder al poder.

A algunos les ha salido al revés, como al alcalde de Lugo, que por fin tiene el documento de relación de puestos de trabajo para repensar el Concello, después de tantos años y tantos euros, y le ha salido a pagar, como una declaración de la renta cuadrada a traición. Así que lo tendrá que dejar en el cajón de planes repensados, junto al de movilidad, el de peatonalización del centro o el de la Policía Local, por recordar algunos. Lo dicho, misericordia.

Otro que se anda repensando con cuestionable fortuna es Benigno López, el Valedor do Pobo, que no sabe si tiene más atrofiado el sentido de la decencia o el de la oportunidad. Como con esto de los recortes anda el Pobo dándole la paliza con reclamaciones por la ley de la dependencia, ha decidido que es mejor no contrariar a sus propios valedores y ha tirado por la calle del medio: esta ley está tan mal pensada, ha dicho, que nació muerta, así que mejor la eliminamos y nos evitamos discusiones tontas.

Se ha esmerado mucho más en repensar su futuro, porque una cosa es que sea Benigno y otra que sea tonto. En el mismo lugar y el mismo día, reconoció que la institución que representa no tiene competencias para solucionar los problemas con los que el Pobo le incomoda, pero la opción que planteó no fue la coherente con lo anterior, es decir, la eliminación de una institución mal pensada e ineficaz, con el consiguiente ahorro y la posibilidad de destinar esos fondos a la dependencia. No, lo que hizo fue solicitar al Parlamento que cambie la ley para otorgarle más poder.

Supongo que alguien habrá que repiense todo esto y le indique a este señor que ya va teniendo edad suficiente como para buscarse un trabajo decente.

Y en esas anda el país entero, repensado, recortado y reconcomido. Pero ya tenemos diagnóstico, el primer paso hacia la recuperación. Y hacia la recaída.

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