El oso cavernario se asentó al menos 3 veces en O Courel procedente del sur francés

Los análisis de ADN mitocondrial permiten reinterpretar las teorías sobre los restos de este animal hallados en las cuevas lucenses
Esqueleto del oso cavernario que se conserva en Quiroga.
photo_camera Esqueleto del oso cavernario que se conserva en Quiroga.

Hasta hace un tiempo se creía que el oso de las cavernas, una especie extinguida parecida al oso pardo, había llegado una sola vez a O Courel en el Cuaternario, se había extendido por varias cuevas de la zona y que el enfriamiento del clima durante una glaciación le había obligado a abandonar ese hábitat, bajar hacia el sur en busca de áreas más cálidas y, finalmente, extinguirse. Sin embargo, los últimos análisis de ADN mitocondrial hechos a partir de los huesos de oso hallados en diversas oquedades de O Courel desvelan que esa interpretación no es del todo correcta y que la llegada de osos cavernarios a las montañas lucenses ocurrió de otra forma. Hubo al menos tres entradas diferentes en los últimos 60.000 años procedentes del sur de Francia.

Según explicó la profesora Aurora Grandal D’anglade, del Instituto Universitario de Geología Isidro Parga Pondal de la Universidade de A Coruña, en el marco de las jornadas sobre geología que desde el viernes se celebran en Quiroga, los análisis mitocondriales practicados por el instituto a los huesos de oso cavernario encontrados en cuevas como las de Liñares (Pedrafita), Ceza (Folgoso do Courel) y Eirós (Triacastrela) revelan que los osos que hubo en cada cueva no tienen la misma ascendencia, no pertenecen a la misma rama familiar ni hay parentesco entre ellos. Por el contrario, en cada cueva rastrearon lazos con restos de diferentes familias de osos cavernarios de las cuevas de (Amutxate )Navarra o (Chauvet) Francia.

En resumen, en los últimos 60.000 años el oso cavernario entró al menos en tres ocasiones distintas en O Courel, en momentos espaciados por varios miles de años. La primera entrada se produjo hace alrededor de 50.000 años y la última hace 30.000. Cada una de las veces que entró, la especie procedía de un lugar diferente del Corredor Norte (una vía por la que entraban los animales del norte de Europa hasta Galicia pasando por la cornisa cantábrica) y se asentó en una cueva diferente. En cada caverna crecieron varias generaciones de la familia que no se movieron a otras cavidades y que finalmente se extinguieron. Por ejemplo, en la última entrada investigada (hace 30.000 años) los osos se asentaron en la Cova de Eirós y tendrían parentesco con los osos de Chauvet, pero nada que ver con los de Ceza o Liñares.

Aurora Grandal D’anglade explicó ayer que los análisis de ADN permiten interpretar de otra formas los datos que se conocían hasta momento y por eso espera que se puedan efectuar estas pruebas a los restos de osos pardos encontrados también a las cuevas de O Courel.

El oso cavernario (Ursus spelaeu) era un animal más grande que el pardo actual, podía pesar el doble y su cabeza era especialmente grande. Era herbívoro aunque comía animales pequeños y era un animal solitario que se defendía del frío hibernando. Sin embargo, no superó el enfriamiento del conocido como Último Máximo Glacial, época en la que se extinguió. Este animal recorría varios kilómetros con cierta rapidez por la potencia de sus piernas. Se apareaba en verano y en cada parto solía tener dos o tres oseznos.

Más fauna

Además de explicar el caso concreto del oso de las cavernas, la profesora hizo un repaso de los animales que por los fósiles recuperados se sabe que habitaron las montañas courelesas en los últimos 60.000 años.

Entre los herbívoros, hubo caballos, rinocerontes, ciervos, corzos, cabras montesas (diferentes a las actuales), uros, jabalíes y bisontes y entre los carnívoros, osos de las cavernas, pardos, leones de las cavernas, hienas de las cavernas y leopardos.

El cavernario era un oso de gran tamaño, solitario, que se alimentaba de vegetales y desapareció en el Último Máximo Glacial

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