El oído que todo lo escucha

MÁS DE 70,3 MILLONES de comunicaciones telefónicas de franceses -empresas y particulares-fueron seguidas en solo un mes por los servicios secretos estadounidenses. La noticia de Le Monde alteró la vida política en Francia. Gobiernos y ciudadanos de otros países aliados de EE.UU. -Brasil, los órganos de la Unión Europea, o Alemania, por ejemplo- fueron o son objeto de este espionaje. España ha aparecido en algunas informaciones entre los países objeto de esta escucha masiva, aunque desde el Gobierno se declare que no hay constancia. Un hecho así repercute en intereses económicos y afecta a la libertad e intimidad de la persona. Aunque se argumente que son «prácticas normales» de todos los gobiernos, la imagen de EE.UU. como referente de las libertades individuales queda muy dañada, así como la del demócrata Obama. Este espionaje masivo no se legitima bajo el paraguas de la lucha contra el terrorismo. Los intereses económicos y la violación de la intimidad no forman parte en los sistemas democráticos del viejo debate sobre límites a las libertades en favor de la seguridad. Las informaciones que se dan sobre estas prácticas de gran hermano dictatorial, que lo controla todo, no solo no son un ataque al sistema, como dicen algunos inquisidores, sino que representan una práctica y una defensa de los principios de las sociedades abiertas, que definieron a los EE.UU.

AURICULARES

La tecnología, es de suponer que mucho más rudimentaria y más barata que el espionaje estadounidense, posibilita esa ayuda a distancia que descubrió la Policía en unas pruebas de la Xunta para gestores de transporte de mercancías y viajeros. La tecnología envía al desguace los usos de las viejas recomendaciones.

Comentarios