El nuevo prior de la abadía de Samos se propone ser "un compañero más"

La elección fue una "sorpresa" para Gerardo Ibarra, que viajó desde Puerto Rico sin saber que lo hacía para quedarse
Gerardo Ibarra Rodríguez, en los pasillos del monasterio de Samos
photo_camera Gerardo Ibarra Rodríguez, en los pasillos del monasterio de Samos

La vida del benedictino Gerardo Ibarra dio un vuelco total en la última semana. Viajó desde Puerto Rico a Samos para asistir a la visita canónica que se celebra en la abadía cada cuatro años y, para su «sorpresa», resultó nombrado como nuevo prior del monasterio, un puesto que asume «tratando de ser un hermano más». «Quiero que me vean como un compañero más en la casa», explica el nuevo responsable del cenobio, tarea en la que releva a José Luis Vélez, quien estuvo al frente de la abadía durante los últimos 14 años.

«No sabía que venía para ser prior», asegura Gerardo Ibarra, quien es natural de Puerto Rico. En este país, forma parte de una pequeña comunidad de cuatro hermanos del monasterio de Mayagüez, dependiente de Samos, el cual también se ocupa de un colegio con cerca de 500 niños.

Junto al resto de compañeros de Puerto Rico viajó a Samos para la visita canónica y fue entonces cuando el abad visitador de Montserrat lo eligió para ejercer como prior durante los próximos dos años. Su nueva situación fue tan inesperada, dice, que ahora regresará a Puerto Rico para despedirse de su familia y reorganizar allí la comunidad antes de volver a Samos a principios del próximo mes, ya para quedarse y ponerse al frente de su nuevo cometido.

«Afronto esta etapa con ilusión y contando con la gracia de Dios», afirma Gerardo Ibarra, para quien la solemne ceremonia de nombramiento -un acto privado de la comunidad benedictina- fue un momento «grato y emocionado».

El nuevo prior se formó en la década de los 80 en México y Guatemala. Entre 1991 y 1997 estudió en el Seminario Diocesano de Lugo, tiempo durante el cual vivió en la abadía samonense para regresar después a Puerto Rico, donde reside desde entonces. Aunque reconoce que «volver a empezar en Samos después de 19 años puede ser un poco costoso» confía en resolver con solvencia el cometido porque «querer es poder».

«Lo que más me cuesta es el frío», bromea el nuevo prior, quien estará al cargo de una comunidad de unos diez monjes en un cenobio muy vinculado al Camino Francés, hecho este que supone para él un aliciente.

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