El negocio de aprovechar las raíces

Los propietarios de Norbío, delante de una de las máquinas. XESÚS PONTE
photo_camera Los propietarios de Norbío, delante de una de las máquinas. XESÚS PONTE

No es muy habitual que, tras una corta forestal, se arranquen las cepas y tocones que quedan en el terreno, pero las ventajas son evidentes y Norbío está dándolas a conocer entre los propietarios de plantaciones. Tras años trabajando en el monte, Miguel Ruíz y Javier Gómez decidieron apostar por esta actividad con un doble fin: mejorar el suelo para futuros cultivos y utilizar la materia extraída para la producción de energía. Las expectativas eran muy buenas, debido a los planes de construcción de numerosas plantas de biomasa que había en Galicia y que serían susceptibles de ser abastecidas por empresas como Norbío. La Xunta llegó a preseleccionar doce proyectos en 2010, pero las autorizaciones definitivas no llegaron a concederse y la crisis económica fue otro freno. Las primas a las energías renovables, por ejemplo, están suspendidas.

El cambio de planes supuso un importante revés para Norbío, pero la empresa encontró un inesperado campo de actuación que se está revelando muy interesante: la retirada de raíces para reconvertir terrenos forestales en praderías.

Parte de las subvenciones que la Unión Europea concede a ganaderos y agricultores están vinculadas a la superficie de terreno utilizada, por lo que en algunas zonas de Galicia el proceso de forestación iniciado hace años se está invirtiendo. «Unha parte importante do noso traballo é ese, transformar piñeirais en pastizais». explica Miguel Ruíz, capataz forestal y técnico superior en gestión de recursos naturales y paisajísticos.

Para llevar a cabo esa transformación, la retirada de raíces y tocones es imprescindible. Para cambiar una especie forestal por otra no es indispensable, pero sí muy conveniente, por lo que el encarecimiento del proceso es relativo, señala Ruíz. «A longo prazo é un investimento, tanto para a saúde das árbores como para o seu mantemento», afirma.

En un primer momento, las raíces de árboles pueden ser una buena fuente de abono, pero el terreno no consigue aprovechar tanta cantidad de materia, esta pudre y acaba siendo un caldo de cultivo de enfermedades que pueden acabar transmitiéndose a la nueva plantación y retrasando su crecimiento, explica el técnico.

Por otro lado, las raíces son también un estorbo importante a la hora de plantar los nuevos árboles y de hacer labores de mantenimiento. «Non é o mesmo que che leve unha hora desbrozar unha hectárea ca poder facelo en vinte minutos, afórranse cartos», indica.

Pese a que las ventajas son evidentes, Norbío admite que muchos propietarios son reacios a gastar ese dinero, y más en un momento de contención como el actual. Aunque también se da la situación inversa. A menudo, la empresa acude a desenraizar una finca y, cuando la gente de la zona ve cómo trabaja y cómo queda el terreno, acaba contratando el servicio. «Moita xente coñece este traballo de casualidade, gústalle e decídese a acondicionar terreos que ao mellor tiñan abandonados dende hai tempo, esperando a que podreceran as cepas», explica el empresario.

Norbío arranca, limpia y trocea las raíces y luego vende la materia a varias empresas, generalmente bajo pedido, para elaboración de compost, para pellet -combustible para estufas elaborado a base de restos de madera- y para producción de calor y de energía eléctrica. Uno de sus clientes es la maderera Finsa.

La demanda para transformar fincas forestales en prados o terrenos para otros cultivos es notable

  • Entre 1.000 y 2.000 euros por hectárea. El coste del servicio que ofrece Norbío varía en función de la situación de la finca, la superficie, el número de pies a arrancar, el tipo de raíz..., pero se sitúa entre 1.000 y 2.000 euros por hectárea. Las raíces de mayor calidad para biomasa son las de pino, roble y eucalipto, por este orden.
  • El proceso. Norbío dispone de una excavadora con un complemento específico, una especie de cizalla que corta la raíz y la libra de tierra y piedras. Para utilizar esa materia para producción de energía hay que triturarla, cribarla de impurezas y quemarla.
  • Proyectos. La empresa lucense, constituida con el apoyo de la Fundación CEL, se plantea alquilar o adquirir trituradoras móviles para poder vender directamente la biomasa al cliente final, por ejemplo, a propietarios de calderas y estufas. Utilizaría también ramas y puntas de árboles. La exportación a países nórdicos es otro de sus proyectos, pero de momento Francia es un fuerte competidor.

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