Al terminar el día de mercado, los comerciantes se marchan, pero los restos de su actividad permanecen.
El mercado de Frigsa es uno de los principales focos de generación de residuos de la ciudad de Lugo a causa de las decenas de puestos que los martes y los viernes abren sus puertas a los consumidores. Después de cada jornada, los carteles de todo a 1 euro, todo a 5 euros y todo a 10 euros parecen catalogar por precio los montones de basura remanentes, entre los que los embalajes de las primeras marcas y los saldos de ocasión se acumulan y funden sin distinción alguna en albañales improvisados a lo largo del espacio de comercio, también empleado como zona de ocio por los vecinos de A Milagrosa y alrededores.
Junto a los contenedores, arrinconados en la orilla de las aceras o, en una demostración de iniciativa, encastrados entre los troncos de dos árboles, las concentraciones de desperdicios enturbian la sentada a la sombra y el paseo vespertino de los transeúntes del lugar. «Esto es espantoso, por aquí no se puede ni caminar», comenta Susana González, residente en el barrio y habitual usuaria del parque y el espacio de mercado.
