El Kiki inicia en París un proyecto de flamenco y música clásica

Santiago Cortiñas, El Kiki. (Foto: AEP)
photo_camera Santiago Cortiñas, El Kiki. (Foto: AEP)

A punto de embarcarse hacia París, a donde viaja hoy para ultimar un espectáculo de flamenco y música clásica, el guitarrista y cantaor Santiago Cortiñas, El Kiki, hizo una parada en Lugo para visitar a la familia y, de paso, no tuvo inconveniente en compartir su satisfacción por la nominación a los Grammy Latinos -en la categoría de mejor álbum flamenco- del exKetama Josemi Carmona, amigo y compañero de escenarios. «Estoy muy emocionado. Le mando mensajes diciéndole que lo quiero mucho y esas cosas -se ríe-, aunque a él no le gusta mucho que lo piropeen», revela.

Cortiñas, que a sus 26 años ya ha superado aquella etapa de niño prodigio -debutó a los 8 y a los 12 vio publicado su primer disco-, no ha colaborado en la grabación de ‘Las pequeñas cosas’, álbum por el que Carmona puede hacerse con el galardón el próximo 10 de noviembre en Las Vegas (EE.UU.), aunque sí forma parte de la banda con la que el guitarrista lleva girando desde principios de año. «El disco de Josemi es una belleza, una joya. Es de esos discos que se hacen cada diez años», apunta, para añadir que la grandeza de su compadre reside «en el silencio de su música. Con dos notas es capaz de llenar diez segundos».

Sin saber si la banda acudirá o actuará en la gala de los Grammy Latinos, el músico lucense se centra ahora en lo más inmediato. París acoge el estreno este sábado del proyecto Sinfónica Flamenca: 60 músicos clásicos compartirán escenario con cuatro flamencos, en este caso, El Kiki (voz), Juan y Paco Carmona (guitarras) y Bandolero (cajón).

Un espectáculo de tal envergadura lleva fraguándose desde hace años de la mano de Juan Carmona, afincado en Marsella, y después de dos funciones en la capital gala, la ‘troupe’ actuará en diversas ciudades del sur francés.

Segundo álbum

La Sinfónica, la gira de promoción con Josemi, otro tour por Túnez y Francia, así como múltiples actuaciones en directo, han retrasado ocho años la salida del segundo trabajo de estudio de El Kiki: «¡Ya va siendo horísima!», comentaba riéndose el que a pesar de haber crecido personal y profesionalmente muestra una ilusión perenne por la música y la vida.

«Yo antes de decir que soy un artista de la música, digo que soy un aficionado a ella. Creo que la clave para hacer algo bueno está ahí», comenta, al hilo de su esperado segundo álbum, del que puede dar pocos detalles. Tan sólo, que será «un disquito muy bonito» y que contará con colaboraciones «muy importantes». Aunque es obvio que evocará un proceso de madurez, compartirá con el primero (‘Mala suerte’), «la misma ilusión y las mismas ganas».

Han sido ocho años a caballo entre Lugo y Madrid en los que ha hecho piña con la familia Carmona (durante la entrevista atendía una llamada de Sandra, la mujer de Josemi); en los que ha colaborado con artistas de la talla de Tomatito, Chonchi Heredia, Diego El Cigala, Paco de Lucía, José Juan Martínez o Cuchús Pimentel, y en los que no ha parado de viajar. Instantáneas de muchos de estos momentos cuelgan de su página en Facebook, como las de sus paseos en camello por Túnez. «¡Ay, sí! Con el camello me lo pasé estupendo, todas las partes en la playita... Al final se volvió flamenco y parecía que me cantaba».

De Lugo a Madrid y directo al famoseo y al éxito. En ocasiones no se lo cree ni él. «El otro día estaba en Madrid y no tenía allí mi primer disco, así que me lo compré», cuenta sonriendo. «Me hizo mucha gracia y tampoco está tan mal para un chaval de 12 años. Eran cantes flamencos por soleás o por martinetes, que son cantos muy añejos».

Explica esto porque de los 12 a los 26 se ha dedicado a conocer otro tipo de música que no fuese el flamenco puro y, claro, a fusionarse. Con todos estos ingredientes parirá una obra con muchas influencias: jazz, funky, música brasileña.... «Lo que más me gusta es el flamenco puro, que a día de hoy sigue siendo el más moderno, pero pertenezco a otra generación en la que hay otro avances como la producción, y necesitamos beber de otras fuentes».

Hace balance y reconoce que cuando más se da cuenta del mogollón en el que anda metido en Madrid es cada vez que regresa a Lugo. Pero todos los días le da gracias a Dios -«soy muy creyente»- que le ha dado su «momento». Asegura que sin su constancia no habría llegado a nada, pero se ha sentido ayudado desde el Cielo incluso en momentos en los que no se encontraba musicalmente.

Ahora vive de la música y ya en la calle, ‘farda’ de coche descapotable biplaza. «¡Míralo; me encanta!»

«Tengo miedo a perder lo salvaje»

Como gitano, no es extraño que haya acabado de músico, aunque advierte: «¡Hay muchos gitanos a los que me dan ganas de reñirles porque no saben ni tocar las palmas! Como Lola Flores les decía: ‘Méteos las manos en los bolsillos’».

Un paso más

La música siempre estuvo presente en su hogar lucense, aunque su formación es completamente autodidacta. Cree que por ello ahora ha llegado el momento de ponerse a estudiar -«solfeo y jazz creativo», afirma-, aunque tiene miedo de «enviciarse con el pentagrama» o perder su «salvajismo y gusto musical». Esto es lo que diferencia a un músico de otro, a su juicio.

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