El imperio del capricho

Gareth Bale y Florentino Pérez, durante la presentación del galés como jugador del Real Madrid, el pasado día 2. Foto: ZIPI/EFE
photo_camera Gareth Bale y Florentino Pérez, durante la presentación del galés como jugador del Real Madrid, el pasado día 2. Foto: ZIPI/EFE

¿ES Bale (90 millones o más) dos veces mejor que Özil (45)? ¿Es tan siquiera mejor, al margen de tratarse de dos futbolistas muy diferentes? ¿Es mejor Isco que el alemán de origen turco, por hablar en este caso de dos jugadores con más similitudes? ¿El fichaje del galés responde a una imperiosa necesidad deportiva? ¿La nómina de delanteros puros de un equipo con esos desembolsos puede quedar reducida a alguien con tanta propensión a la abulia como Benzema y dos jóvenes promesas como Morata y Jesé, tras la marcha de Higuaín? ¿Habrá que reconvertir en punta a estas alturas a Cristiano Ronaldo, un futbolista nada acostumbrado a actuar encorsetado? ¿Es más caro pagar 39 millones por un centrocampista solo prometedor por el momento como Illarramendi o llegar a 60 por algún goleador tan contrastado como Cavani o Falcao, que además suplirían las verdaderas carencias de la plantilla? ¿Se puede asegurar que el balance entre incorporaciones y salidas deja un equipo reforzado con respecto al de la pasada temporada?

La sensación que ha vuelto a transmitir el Real Madrid este verano es la de un club sin criterio ni proyecto y que se mueve a bandazos. La operación Bale solo se puede entender como un empecinamiento de su caprichoso presidente, que ha pagado por él una cifra que el mercado solo reservaría para Messi o Ronaldo. Es cierto que, a sus 24 años, el galés genera inmensas expectativas. En 2012 su nombre ni siquiera figuraba entre los 23 finalistas del Balón de Oro. Pero su progresión en la última temporada fue espectacular, hasta el punto de ser elegido mejor jugador de la Premier League. Sin embargo, aún no es un futbolista plenamente consolidado. Su comportamiento en un grande de verdad es una incógnita, pues con el Tottenham no ha podido luchar por títulos, y mucho menos con la débil selección de su país, que difícilmente estará en la fase final de una Eurocopa o un Mundial. Bale está en una fase en la que aún no se puede garantizar cuál será su techo, pero su precio ha sido de megacrack. Si en el club blanco consigue ser uno de los dos o tres mejores futbolistas del mundo habrá que felicitar a Florentino Pérez por su visión. Por debajo de ese nivel será un fichaje fallido. Además, el precedente que se sienta es muy peligroso: desde ahora, cada vez que la entidad merengue se interese por una pieza destacada de cualquier equipo, esté más o menos contrastada, la cantidad que le van a pedir será prohibitiva.

PUNTA

De cualquier modo, en la plantilla ya había jugadores de características semejantes a las del galés, como Di María o el propio Ronaldo, mientras que el puesto peor cubierto era el de punta, y la lógica indicaba que era ahí donde había que hacer la gran apuesta en el mercado. Sin embargo, no se ha invertido un solo euro (¿?).

Aun así, el Madrid dispone de un arma letal: la velocidad. En este aspecto quizá solo el Borussia Dortmund puede rivalizar con él en todo el mundo. Cuando el conjunto blanco aplica un sistema que le permite robar el balón lo más arriba posible y explota los espacios causa estragos, como demostró con Mourinho al frente. La presencia de Bale potencia aún más esta cualidad. Pero, tras la marcha del portugués, el presidente decidió contratar a Ancelotti, que parece pretender otra cosa. «La idea es no jugar al contraataque, sino con control de balón y posesión», dijo antes del primer partido de Liga. Además, en la práctica ya se ha comprobado que a los dos futbolistas más adelantados (Ronaldo y Benzema hasta ahora) los ha liberado casi por completo de tareas defensivas. Llama la atención que un técnico que como jugador mamó -en aquel revolucionario Milán de Sacchi- la importancia de la presión asfixiante para recuperar el balón deje aparentemente esta faceta en segundo plano.

PENSAMIENTO ÚNICO

¿Qué está pasando en el fútbol para que se imponga el pensamiento único, una sola manera de jugar? ¿Acaso el Madrid va a ser menos grande por aprovechar las virtudes de su plantilla y hacer del contragolpe una seña de identidad? Máxime cuando la apuesta por este estilo tampoco implica que no se trabajen soluciones para las extensas fases de los partidos en las que los blancos llevan la iniciativa, en función de su rango, y están obligados a hacer ataques posicionales. En la plantilla hay jugadores capacitados para ayudar a romper defensas cerradas, como Isco o Modric (Özil ya no, desgraciadamente para los merengues). Pero hacer de la posesión del balón la norma en lugar del recurso presenta el peligro de anular las verdaderas cualidades del equipo. Bale, Ronaldo, Di María o incluso Benzema son muchísimo menos resolutivos sin espacios, de modo que un exceso de control de pelota no hará otra cosa que facilitar la labor de los adversarios.

Es posible que Ancelotti no haya explicado con todos los matices cómo pretende jugar, o tal vez no le hemos entendido. Un hombre de fútbol como él seguro que entiende que ningún sistema puede ir contra la naturaleza de los futbolistas, porque esta se terminará imponiendo. Pero hasta ahora su discurso y alguna disposición táctica dejan dudas sobre si es el técnico idóneo para sacar el máximo partido a esta plantilla.

El Real Madrid ha ganado solo una de las cinco últimas ligas y lleva más de una década sin levantar una Champions a pesar de sus fichajes millonarios. El caso de Özil refleja fielmente la locura que se ha instalado en el Bernabéu, y que tal vez tenga que ver con la falta de éxitos deportivos. El centrocampista ofensivo evidenció desde su llegada un descomunal talento, aunque, como tantas otras veces, fue prematuro, con 21 y 22 años, considerarlo ya uno de los mejores del mundo, sin ser un futbolista cuajado. La calidad por sí sola no basta para garantizar una carrera en lo más alto y es cierto que este chico tiende a ser inconstante y, en ocasiones, hasta taciturno. Su rendimiento en la pasada temporada nada tuvo que ver con el de las dos anteriores y el club argumenta ahora que las razones de su bajón son extradeportivas. Pero desprenderse de él a los 24 años, cuando aún le faltan tres o cuatro para alcanzar la plenitud, con la experiencia acumulada en la élite a pesar de su juventud, y tratándose de un futbolista diferente, único, es una de esas decisiones que se pueden lamentar durante mucho tiempo. Y no es la primera vez que sucede. Ahí está el caso de Robben, al que se llegaba a situar a la altura de Messi en portadas de un diario deportivo -qué cosas se llegan a escribir-, y unos meses después era poco menos que forzado a marcharse al Bayern, como él mismo manifestaba en el aeropuerto de Barajas. Su trayectoria en Alemania ha sido notable, con título de Champions incluido (como Sneijder en el Inter, otra salida cuestionada en su día).

FOTOGRAFÍAS VERANIEGAS

Nos hemos acostumbrado a las fotografías veraniegas de Florentino Pérez con sus fichajes millonarios y a esas frases que pronuncia, como «los mejores jugadores han nacido para llegar al Real Madrid». Pero la leyenda de este club no se ha escrito en la pasarela, sino a través de sus gestas, de sus títulos, y da la impresión de que el aspecto deportivo está quedando relegado a un papel secundario entre tanta presentación multitudinaria, márketing y venta de camisetas. El fútbol es impredecible y el éxito puede llegar en cualquier momento, sobre todo si dispones de selecciones mundiales tan caras. Pero una vez más, y ya son muchas, hay demasiados signos de que en la entidad blanca se ha vuelto a elegir mal el camino.

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