En Bagude nadie sabe hacer trucos de magia pese a que un vecino de este lugar de Portomarín consiguió fama internacional como ilusionista en el siglo pasado. Era el Conde de Waldemar
Antonio sale de paseo todas las mañanas por el entorno de Bagude. El lugar del municipio de Portomarín está abrigado por un cerro, casi en el alto de una ladera suave. Antonio camina tras unas ovejas y un perro, todos ellos reconvertidos en animales de compañía.
La compañía es el problema local. Aunque Antonio parece feliz, le pasa la sombra de una nube sobre los ojos cuando calcula el paisanaje: son diez más él. «Hubo un tiempo en que éramos muchísimos. Había una tropa en cada casa», recuerda. Todos fueron marchando a luchar por la vida.
Manuel Rodríguez Saa fueo un más. Desde niño advertía: «He de salir al mundo y he de volver rico. Y cuando vuelva lo haré tirando bombas para que sepáis que llego», según cuentan Xosé Díaz Díaz y Belén Fernández Guzmán en su biografía, ‘O misterioso doctor Saa' (Xerais).