El hombre que mató a un vecino en O Páramo, libre sin fianza

Entre abrazos y lágrimas de alegría y alivio, Benjamín Santas, el septuagenario de O Páramo que el pasado sábado mató de un disparo a un vecino, abandonó el lunes 26 de enero el juzgado de Sarria en libertad provisional y sin fianza.

Tras escuchar su declaración, en la que aseguró haber actuado al temer por su vida y la de sus dos nietos después de que la víctima le amenazase y entrase por la fuerza en su vivienda, la magistrada le dejó libre con la obligación de comparecer los días 1 y 15 de cada mes en el juzgado de Sarria.

Benjamín Santas, de 76 años de edad y propietario de una granja en O Páramo, llegó al juzgado sarriano sobre las once de la mañana en un coche camuflado y arropado por una veintena de vecinos y familiares. «A xente non se enterou, porque senón estaría aquí todo o pobo», decían los lugareños, quienes pedían «xustiza» para su vecino. «Este home fixo o que tiña que facer. Segundo lle pasou a el podía pasarnos a calquera porque a vítima tiña problemas con todo o mundo», señalaban.

El suceso se desencadenó sobre las siete de la tarde del sábado, cuando el detenido estaba en su vivienda de Armada, en la parroquia de San Martiño de Torre, al cuidado de sus dos nietos, de 3 y 9 años de edad, mientras el resto de la familia se encontraba en el tanatorio velando el cadáver del consuegro de Benjamín Santas.

La víctima, José Bruzos Fernández, de 54 años de edad, telefoneó a su casa para saber si estaba solo y, según algunas versiones, ya entonces le amenazó de muerte. Unos 15 minutos después, Bruzos ya había recorrido los aproximadamente 400 metros que separan su domicilio del de su vecino.

Cocina
Según el relato de los lugareños, Benjamín Santas, alertado por los ladridos de los perros, miró por una ventana y vio una sombra que se aproximaba hacia su vivienda. Temeroso de que pudiese ser el autor de las amenazas, cerró la puerta y ordenó a sus dos nietos que se escondiesen bajo la mesa de la cocina. Al parecer, la víctima intentó mediante gritos convencer a uno de los niños para que le abriese la puerta, pero al no lograrlo le propinó una fuerte patada y accedió al interior.

Santas se dirigía ya hacia el piso superior donde tenía una escopeta con la intención, según su versión, de disparar un tiro al aire con el que lograr ahuyentar a su vecino, un hombre de unos 130 kilos de peso que mostraba una actitud agresiva. Pero ya no le dio tiempo. Según las fuentes, el septuagenario salía de su habitación con el arma cuando se topó con su
vecino en el pasillo de su domicilio, por lo que disparó el único cartucho que tenía en la escopeta, sin poder apuntar y desde muy corta distancia. El tiro alcanzó a la víctima en la zona de la mandíbula y le causó el fallecimiento.

Sin tiempo para pensar, Benjamín Santas bajó al piso inferior, donde estaban los dos niños, los metió en el coche y se dirigió al cuartel de A Pobra de San Xiao, donde relató lo sucedido a los agentes. Al llegar al lugar, la Guardia Civil ya encontró el cuerpo sin vida de Bruzos, con la cara destrozada, lo que hace pensar que la muerte fue inmediata.

Las causas por las que José Bruzos amenazó a su vecino se desconocen. Al parecer, habían tenido algún tipo de problema hace varios años por un paso de aguas, que ya derivó en amenazas por parte de Bruzos, al que Santas tenía prohibida desde entonces la entrada en su vivienda.

Antecedentes
Su caso no dista mucho del de otros vecinos. La mayoría de las personas que acudieron al juzgado a apoyar al septuagenario relataban algún episodio violento vivido con la víctima. «Eu un día ía no coche e lanzoume unha fouce», explicaba un vecino, mientras otro recordaba una ocasión en la que se presentó en un establo en actitud agresiva y con un cuchillo guardado en la chaqueta. «Tamén tivo problemas coa Garda Civil da Pobra», apuntaba otra persona, mientras estaba en el recuerdo lo sucedido hace más de 15 años en Sarria, cuando la víctima apuñaló a un estudiante de Medicina «e case lle corta a xugular».

«Todo o mundo tiña problemas con el e nalgunha ocasión xa lle teñen dado uns paus por iso», señalaban los lugareños, mientras se deshacían en halagos hacia el detenido. Alguno incluso iba más allá. «Eu doullo por ben feito. Se hai xustiza neste mundo, Benjamín non pode ir ó carcere, o que tiñan que facer era darlle un premio ou recoñecemento polo que fixo», decía un hombre.

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