''El futuro de la medicina, además de curar, es la gestión de la salud''

Salvador Ramos, en la fuente de San Juan del balneario de Guitiriz (Foto: Cristina Arias)
photo_camera Salvador Ramos, en la fuente de San Juan del balneario de Guitiriz (Foto: Cristina Arias)

El director médico del balneario de Guitiriz, Salvador Ramos, defiende el papel terapéutico del centro conjugado con los aspectos lúdicos para ser complemento de la sanidad actual, «diseñada para tratar agudos que deja a un lado cuidados y la medicina reparadora».


Con la ambición de afrontar un proyecto nuevo, la posibilidad de llevar a cabo programas pioneros y basándose en la premisa de que la medicina debe adaptarse a los tiempos, Salvador Ramos lleva casi un año como director médico del balneario de Guitiriz.

¿Cuántas personas conforman el equipo médico?

Un facultativo, dos fisioterapeutas y dos auxiliares de clínica, además del personal parasanitario (técnicos termales, quiromasajistas, técnico superior en estética o una licenciada en Ciencias de la Actividad Física).

¿Cuál es el trabajo que realizan?

La filosofía es retomar los aspectos más terapéuticos de un balneario sin abandonar el aspecto más lúdico. Los tiempos cambian y con una sociedad cada vez más envejecida en la que en poco tiempo los mayores de 65 años alcanzarán el 25%, con más limitaciones, cuidar a personas con necesidades es un proyecto de futuro. No se puede vivir sólo de la historia, hay que prepararse para ser un centro para el usuario del siglo XXI, que es distinto al de final del XIX y el XX.

¿Ocio y terapia pueden ir de la mano?

Cabe todo. Al igual que el termalismo no es sólo para mayores. Los más jóvenes buscan otras opciones, un ocio saludable, naturaleza, una estancia relajante, que aumenta los fines de semana. Por semana, se suele centrar más en aspectos terapéuticos.

¿Está aumentando el público?

El crecimiento es lento, pero progresivo y esperemos que cada vez sea mayor.

Con el boom de los spas y el turismo termal se engloban este tipo de centros en un mismo concepto. ¿Es negativo para los balnearios?

Comercialmente se usa así para potenciar, de reclamo. La principal diferencia es que en el balneario el agua es reconocida como mineromedicinal y en los spas es agua sanitaria. Es la marca natural, el agua. Después, está el cómo utilizamos el agua. Hay spas urbanos que hacen algo parecido y tiene sus beneficios por la utilización del agua como agente externo: temperatura, presiones, fuerza, pero no hay un componente medicinal. En el balneario, aparte de todo eso, también se puede usar la composición del agua y sus propias propiedades.

¿Y cuáles son las de Guitiriz?

Es agua con azufre, que por lo tanto tiene muchas aplicaciones, tanto por vía aérea como digestiva o a través de la piel.

En el ámbito sanitario, ¿en quién centran su trabajo, cuál es su público objetivo?

Los hospitales están pensados para la medicina de agudos. Aquí se potencia la medicina reparadora y tenemos dos objetivos. Por un lado, la población que quiere aumentar su capital salud. Gente más joven y sin grandes problemas que buscan un plan de salud: educación nutricional, relajación, control del estrés, ejercicios, y les damos las herramientas para que se hagan partícipes, porque el futuro de la medicina no pasa sólo por curar a enfermos, sino por ser gestores de salud. Por otro lado, las personas con patologías a las que el balneario les puede ser útil.

Cuentan con un programa pionero para personas con cáncer, que fue reconocido a nivel nacional. ¿Es un complemento al sistema sanitario actual?

Sí, arrancó como un proyecto de colaboración con el centro de hidroterapia Spa Loida de A Coruña. No se trata de curar, ni estamos hablando de aguas curativas ni de un tratamiento. Son alternativas y técnicas que ayudan bastante al proceso de recuperación y estudios concluyentes demuestran que los que superan o controlan la enfermedad y siguen programas específicos como éste tienen un riesgo mucho menor de que la enfermedad vuelva o de contraer otras enfermedades.

Los índices de recuperación del cáncer actualmente son altos, pero ¿sigue dando mucho miedo?

Más de la mitad de los pacientes oncológicos acaban superando la enfermedad y se estima que entre 1,5 y dos millones de personas en España se han recuperado de un cáncer. Pero sigue teniendo estigmas terribles y por miedo o desconocimiento a veces no pueden acceder a tratamientos que podrían ser útiles.

¿Hay falta de colaboración entre la sanidad y este tipo de terapias alternativas ?

No se le da a esos cuidados todo el valor que tienen. La sanidad está diseñada para tratar agudos y nos estamos convirtiendo en una sanidad de pacientes crónicos. Los cuidados no se cubren, son considerados menores, pero el paciente quiere vida y, además, años de calidad de vida, y lo demanda. La colaboración, aunque todavía es baja -menos del 15% llegan remitidos de un profesional sanitario-, mejora. Este año, la USC incluyó una cátedra de Hidrología en su programa, en la que tuve el honor de ser invitado, y este espacio generó un plus de seriedad, a raíz de lo que más personas llegan a través de su médico.

¿Cuál es el programa concreto para los pacientes oncológicos o para los que con otra patología consultan sus servicios?

Hay una valoración inicial por un equipo multidisciplinar y a partir de ahí se diseña el tratamiento enfocado a educación para la salud, a mejorar la capacidad funcional con técnicas de hidroterapia que no son agresivas y los resultados son extraordinariamente buenos. También se atiende a cambios corporales, que pueden parecer una frivolidad, pero son muy importantes. Y luego están los cuidadores no profesionales a los que también hay que cuidar.

Su papel es fundamental. ¿Son los más olvidados?

Son los costes invisibles de la enfermedad, asumidos por la familia, sobre todo las mujeres. El coste de lo que hacen sería inviable si lo tuviéramos que suplir, haría crack el sistema sanitario.

Hace un año el balneario puso en marcha la escuela de salud. ¿Cuál es su objetivo?

Promover la cultura de la salud y crear un foro para debatir y compartir experiencias de personal sociosanitario, pacientes y familiares. Es un servicio más del balneario como centro sanitario y pretende combinar trabajo con actividades lúdicas y de convivencia: talleres de hidroterapia, relajación o caminatas. Es una escuela abierta, en construcción, con coloquios muy participativos.

Hicieron foros sobre cáncer, diabetes, daño cerebral. ¿El siguiente?

En mayo, será de enfermedades reumatológicas y fibromialgia.

¿Asiste mucha gente?

Está funcionando bien, pero siempre nos queda la asignatura pendiente, la poca capacidad de atracción con el usuario más cercano. Poca gente del área geográfica ve la escuela de salud como algo suyo ni el balneario como algo útil. Viene más gente de fuera y hay que reflexionar para saber qué se está haciendo mal. El balneario, como dijo en alguna ocasión la alcaldesa, debería ser el motor de la localidad.

En corto

«Por todas mis venas creo que en vez de correr sangre corre agua mineromedicinal»

Médico en el balneario y en un centro de hidroterapia en A Coruña. ¿No puede trabajar sin agua?

A lo que dediqué más tiempo es a la medicina de cabecera y la educación por la salud.

¿Cuál es la mayor diferencia?

Aquí los tiempos son distintos. Los balnearios van asociados a calma y son consultas con más tiempo para escuchar a la persona que está enfrente.

¿Es usuario del balneario?

Poco (risas). Siempre me gustó. Soy de Ourense. Nací en As Burgas y mi madre siempre fue usuaria habitual de balneario. Por mis venas creo que corre agua mineromedicinal y no sangre. El de Guitiriz, lo conocía como usuario, y trabajar aquí me pareció un reto.

Los agüistas en Pardiñas, la Charca do Alligal, ¿defiende la cultura del agua?

La cultura del agua es muy interesante y muy aprovechable, pero lo que hace falta es asesoramiento y tener un control. Un baño nunca viene mal, pero para sacarle partido hay que tener asesores profesionales.

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