El Foro Empresa de El Progreso reúne a un nutrido grupo de directivos

La exdirectora general de Google España y actual consejera de empresas como Indra o Aegon, Isabel Aguilera. SEBAS SENANDE

La colaboración es una herramienta clave para la innovación, según defendió Isabel Aguilera, exdirectora general de Google España y actual consejera de empresas como Indra o Aegon, durante la primera de las ponencias del Foro Empresa El Progreso. Las sesiones -organizadas por El Progreso en colaboración con la Escuela de Finanzas y patrocinada por Banco Pastor Grupo Banco Popular y PriceWaterhouse Coopers (PwC)- pretenden actuar como punto de encuentro para el empresariado lucense, de forma que pueda informarse de las tendencias e intercambiar experiencias y opiniones de cara al futuro.

La directiva que abrió el foro, elegida en su momento por Financial Times como una de las 25 mujeres directivas europeas, defendió, frente al empresariado que se comporta de forma agresiva en los mercados y que, como única forma de interacción con la competencia se plantea la de «machacarla», el recurso de la colaboración. «El ser humano consigue domesticar el medio gracias a la colaboración. Las más grandes hazañas, ya sean deportivas, bélicas o políticas, se han conseguido por colaboración», señaló, poniendo como ejemplo desde el desembarco de Normandía hasta la primavera árabe. Recordó que, incluso las revoluciones que tienen un líder claro, como la lucha por los derechos de la población negra y Martin Luther King, son en realidad fruto de un esfuerzo colectivo y animó a los empresarios presentes -cerca de cincuenta representantes de las más destacadas firmas de la provincia lucense- a colaborar con sus equipos.

Admitió que la tendencia natural de los trabajadores, a medida que avanzan en el escalafón de la empresa, es el individualismo. «Se ve claramente en las empresas grandes, los empleados que empiezan, los que están en puestos junior, están más que dispuestos a colaborar, les gusta, pero conforme van siendo promovidos, son más reticentes», explicó.

Para defender las bondades de la inteligencia colectiva, recurrió al mismo ejemplo que abre el libro ‘The wisdom of Crowds’, de James Surowiecki, que relata la sorpresa del estadístico inglés Francis Galton al comprobar que la media de lo que los asistentes a una feria de ganado habían calculado a ojo que era el peso de un buey se aproximaba más al peso real del animal que las estimaciones de la mayoría, incluidas las de los expertos, aquellos hombres con ojo supuestamente entrenado para calcular de un simple vistazo el peso.

La directiva también hizo un llamamiento a los líderes a aceptar y promover la interacción con los equipos. «Algunos tratan sus equipos como a su ganado, como a una posesión», lamentó.

Aguilera, que ha desarrollado gran parte de su carrera como directora general de empresas tecnológicas (HP, Compaq, Dell, Olivetti o la multinacional de tecnología sanitaria General Electric), bromeó con los asistentes y reconoció que tampoco ella se podía sustraer a citar a Steve Jobs, fundador de Apple y probablemente uno de los empresarios más citados por sus colegas cuando se trata de firmas de tecnología. «Jobs siempre decía que su equipo favorito eran The Beatles porque juntos minimizaban sus errores y eran mejores como grupo que cada uno por separado. Eso, teniendo en cuenta lo buen músicos que eran, es mucho decir. Eso es lo que tenéis que desear para vuestros equipos, que juntos trabajen de forma verdaderamente eficiente: minimizando sus fallos y sacando lo mejor de cada uno al interaccionar con los otros», dijo.

No solo en la gestión de personal sino en todos los ámbitos de la empresa «la eficiencia es la mayor de las necesidades de cara al futuro», según aseguró Aguilera. La exigencia nace de la propia observación del cliente, que es mimado, exigente, inconformista y acostumbrado a obtener las cosas de forma rápida, fácil y barata.

«Lo que queremos son productos más sofisticados al menor coste posible. No es verdad que se puedan aumentar costes porque el cliente vaya a estar dispuesto a asumirlos si le ofrecemos valor añadido. Desconfíen de quien les diga eso», recomendó a los asistentes y les invitó a reconocer que «todos llevamos dentro un cazador de gangas: nos gusta pagar lo menos posible por obtener lo más posible».

Admitir errores

La innovación pasa indefectiblemente por el error. Según destacó la consultora, es preciso probar y equivocarse y no hay que temer a esos fallos, algo frecuente en España. Aguilera explicó que la sociedad española tiende a sospechar del que tiene éxito y a despreciar al que falla, «al que trata como un perdedor», de forma que la mayoría tiende naturalmente a permanecer en el medio sin llegar ni a uno ni a otro extremo. «Ese lugar no es bueno, es el de los mediocres», dijo.

Destacó la necesidad de crear un ambiente de trabajo sin miedo, en el que se admita la discrepancia y el enfoque diferente como camino ineludible a la innovación. Asimismo animó a establecer remuneraciones justas para los trabajadores, -«que no quiere decir igual para todos porque cuando pagamos igual a todos, se nos van los buenos», matizó-, a establecer ejemplos a seguir que resulten próximos y a apostar por la formación continuada. Aguilera es una firme defensora de la permanente formación del trabajador, «incluso aunque no se aprenda nada porque favoreve el networking real», dijo.

Carpetazo a la crisis

La situación económica actual de España es, para la directiva, la de «carpetazo a la crisis» si bien se resistió al optimismo excesivo y admitió la existencia de problemas que pueden afectar el discurrir positivo de las empresas. Entre los indicadores de alerta, Aguilera citó, por ejemplo, el hecho de que su índice de actividad empresarial siga bajando, situándose en la actualidad en un 5,7 frente al 7,6 que ocupaba en 2007.

En cuanto a la facilidad para abrir nuevos negocios, España se encuentra en un triste puesto 142 del total de 182 incluidos en el listado ‘Doing Business’ que citó. «Además, aquí se tardan 23 días de media en abrirlo cuando la media en los países desarrollados es de 11 días», recordó.

Para evitar las consecuencias negativas que pudieran tener en el crecimiento económico cualquiera de esos factores, Aguilera propone conocer bien a los clientes y, al margen de analizar tendencias y observar comportamientos ajenos, hizo un llamamiento a ser muy consciente de los propios. «Nosotros también somos clientes de otras empresas», dijo.

Recordó que lo que queremos como consumidores es simplicidad. Por ejemplo, ante la tecnología no deseamos tener que leer un libro de instrucciones antes de ser capaces de usarla sino que sea lo suficientemente intuitiva como para poder utilizarla sin conocimiento previo. También deseamos bajo coste y, al mismo tiempo, lujo, dos cuestiones que no resultan contradictorias, según insistió.

Como trabajadores, para motivar e implicar a los equipos propuso recurrir a la emoción. Aunque reconoció ser partidaria del recurso a la inteligencia emocional «lo justito» y preferir «la inteligencia de toda la vida», sí admitió que para que un empleado se vuelque verdaderamente en un proyecto y lo haga suyo debe existir alguna conexión emocional, debe poner el corazón en él.

En resumen, para sobrevivir en tiempos como los actuales, en los que según sus previsiones la economía remonta pero despacio y en los que la única característica que se puede prever es la incertidumbre y el cambio constante, «lo único que podemos hacer es ser ‘elegibles’, ser los mejores en algo».

Turno de preguntas

En el turno de preguntas, los empresarios lucenses se interesaron por la visión de la ponente acerca de los sectores de futuro o sobre cómo encarar las actuales dificultades. Aguilera señaló que, con seguridad, serán claves sectores relacionados con las «características del nuevo individuo»; es decir, servicios sociosanitarios que atiendan a personas cada vez más longevas y exigentes en cuanto a su alimentación y cuidados. Igualmente serán precisas empresas energéticas y firmas que desarrollen fórmulas para el ahorro de energía y, por supuesto, ve grandes potencialidades al sector tecnológico en si mismo.

Otra de las cuestiones sobre las que se inquirió a la consultora fue sobre la fuga de talento joven al extranjero, la necesidad de que muchos deban salir fuera para conseguir un empleo a raíz de la crisis. Para la directiva, supone, en realidad, «una buenísima experiencia para nuestros jóvenes, que les obliga a salir de su zona de confort, va en contra de sus miedos y se enriquecen».

Admite que muchos de ellos no volverán a España nunca pero que «no pasa nada». De hecho, considera que es mejor porque, en realidad, «no va a haber trabajo para todos». Como ejemplo, puso el de la gran dependencia que tuvo la economía española de la construcción y que provocó que se dedicasen un gran número de trabajadores a ese sector. Insistió en que, aunque la recuperación se materialice, jamás la situación volverá a ser la de antes y es «imposible» que ese sector vuelva a emplear al mismo número de personas, especialmente cuando se empiece a utilizar masivamente nueva tecnología.

Aguilera también respondió sobre cuáles son sus previsiones para el futuro de Google. Considera que solo tiene dos limitaciones: la excesiva dependencia de la publicidad, que debe reducir; y cierta tendencia a relajarse y dejarse ir en cuando a capacidad innovadora. «Desde el buscador, no ha sido capaz de producir la siguiente innovación. Siempre ha tenido que comprarla», destacó.

El director regional del Banco Pastor, Luis Ortiz, fue el encargado de cerrar el acto, recordando la implicación de la entidad con el empresariado gallego, probado con la disponibilidad de créditos y la existencia de 186 sucursales en Galicia, de las que 34 están en Lugo.

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