El euro, diez años después

Ricardo Arias Alvaredo (Foto: PORTO)
photo_camera Ricardo Arias Alvaredo (Foto: PORTO)

Cuando se han cumplido diez años de contar en euros para los ciudadanos de los países que integran la eurozona, el 2012 arranca, con la crisis como telón de fondo, abriendo interrogantes de cara al futuro inmediato. Los próximos meses serán cruciales para determinar si los gobiernos de esos 17 estados consiguen mantener su unidad monetaria por encima de obstáculos políticos y económicos pero, lejos de esas decisiones al más alto nivel, ciudadanos de a pie de distintos países de la zona euro que en la actualidad residen en Lugo también hacen balance de estos diez años. Ellos coinciden en apostar por la continuidad de la moneda común que, aunque con sus sombras, consideran viable.

Así lo estima la alemana Anne Keiter, afincada en Ribadeo, quien asegura que pese a la actual coyuntura de crisis «no queda más remedio que seguir intentando que la nuestra sea una moneda fuerte, si queremos hacer frente a otras grandes potencias como EE.UU. o China. Es el único modo». Esta monitora de gimnasia reconoce que, en su país, en los primeros años de implantación del euro la sensación mayoritaria entre la población «era de descontento, porque todo se había encarecido mucho, pero luego estudios demostraron que, objetivamente, ese incremento no era tan elevado». A juicio de Anne, uno de los puntales en los que tienen que apoyarse tanto los consumidores como las instituciones sería en «concienciarse de la necesidad de ahorro, de no despilfarrar. El euro no es el culpable de una crisis de dimensiones mundiales, la culpa fue de un gasto incontrolado durante años», concluye.

También en Ribadeo reside el profesor de hostelería Ludo Polders, un belga que asegura que en su país «la gente se queja mucho del euro, porque la vida se ha encarecido demasiado con respecto a cuando circulaba el franco belga y no hay la sensación general de que la moneda única haya supuesto avance o ventaja alguna, hay más problemas que antes». Reconoce, no obstante, que esa situación se debe también a los conflictos políticos que vive el país, derivados de la existencia de dos autonomías, la flamenca y la francesa, con intereses contrapuestos. «Hemos estado más de un año y medio sin Gobierno y eso aún ha deteriorado más la economía. Se dispararon el déficit y el paro y los sindicatos consiguieron llevar a cabo una huelga general contra los recortes», recuerda.

Pese a ello, la tasa de paro en su país sigue siendo moderada, en torno al 10% de la población -aproximadamente, la mitad que en España- «porque en la zona flamenca hay mucha industria y se genera abundante empleo con buenos sueldos, el mínimo está en torno a los 1.300 euros, aunque también se pagan muchos más impuestos que en España. A un amigo mío profesor, por ejemplo, le retienen un 40% cada mes». Comparando esa situación laboral con la realidad que conoce en Lugo, constata que «pese a que aquí se quejan mucho, los impuestos siguen siendo bajos en comparación con el resto de Europa».

ITALIA

El italiano Raffaele Cugini, un empresario con negocios de hostelería en la capital lucense, explica que, aunque en el país mediterráneo la tasa de paro no llega al 10% -en Italia el sector inmobiliario no es determinante y la economía se sustenta en gran medida en la pequeña empresa, sobre todo en la zona norte del país, que se mantiene pese al envite de la crisis, por lo que la destrucción de empleo no alcanzó niveles como el español- «hay, como en España, mucha gente trabajando en la economía sumergida, sin declarar». Y añade que, tras el reciente cambio en el Gobierno italiano, «parece que se está intentando rebajar el sueldo de algunos políticos y frenar el gasto público desorbitado que se hizo durante estos años del euro». De cara al futuro, Cugini se muestra convencido de la viabilidad del euro pero, para ello, estima «inevitables» los recortes en el gasto público.

Mirar hacia delante es también, para la francesa Blandine Mouret, la postura que comparten la mayoría de sus compatriotas ante el euro. Pese a ello, esta profesora y actual directora de la Escola Oficial de Idiomas de Lugo percibe que en su país la opinión pública está dividida, dependiendo del nivel socieconómico, en su parecer sobre el euro. «La clase obrera lo considera el culpable de todos los males de Francia: aumento de los precios, una crisis que no consiguen terminar de superar, imposibilidad de tener un ahorro... aunque allí operan grandes multinacionales que generan mucha riqueza y eso le proporciona a Francia un ‘colchón’ que España no tiene», reflexiona.

Por contra, asegura que «los sectores más progresistas, sobre todo profesionales liberales e incluso docentes, apuestan por el euro. «Personalmente, cuando se puso en marcha en 2002 solo le vi ventajas: a nivel internacional, facilita los desplazamientos y las transacciones comerciales, mejora la comunicación, permite comparar mejor los precios... aunque en aquel momento no contábamos con la brutal recesión económica que se ha producido». Aunque reconoce que también en Francia los precios «se duplicaron e incluso triplicaron, forma parte de nuestra cultura ser luchadores y no rendirnos y, por ello, ni unos ni otros quieren una vuelta atrás. Existe, además, mucho temor a cómo se gestionaría el regreso al franco; es improbable que se pudiesen bajar los precios, y convirtiendo los actuales en euros a la antigua moneda se percibirían muy altos, el efecto psicológico sería negativo», reflexiona.

SOLUCIONES CONJUNTAS

Para Blandine, la solución a la crisis en Europa debe ser conjunta, «tirando todos los países de la zona euro para el mismo lado. La moneda única nos ha metido en el mismo saco y ha recortado mucho las diferencias entre países, los problemas son similares y debemos resolverlos juntos», termina.

Directrices comunes claras desde la UE, esa sería una de las premisas que más favorecería la ‘salud’ del euro, también a juicio del presidente de la Asociación de Comerciantes, Empresarios, Profesionais e Autónomos de Sarria, Ricardo Arias Alvaredo. Este joven empresario, que abrió el actual negocio que regenta -una sala de juegos y ocio- poco antes de la entrada en vigor del euro, considera que la moneda única fue, antes del comienzo de la crisis, «muy positiva para todos, hizo que la economía fuese más estable y, aunque es cierto que subieron los precios, también se rebajó el precio del dinero. Es probable que con la crisis los precios vuelvan a ajustarse un poco». Haciendo balance, su interpretación es positiva pero, como empresario, considera que «los inevitables recortes deben ir acompañados también de alguna medida para incentivar el consumo, de frenar esa inseguridad que hay en la calle, porque sino se paralizará la economía y se seguirá destruyendo empleo», pronostica. Como Blandine, cree que «lo peor para el euro es que cada país se apunte al ‘sálvese quien pueda’, la UE es mucho más viable que las economías de cada estado por separado», concluye.

Inicio en 2002 con ayuda de una princesa

El 1 de enero de 2002 se puso en circulación en España el euro, sustituyendo a la peseta. Unos meses antes, Televisión Española había iniciado una campaña informativa para dar a conocer un poco más a los españoles cómo iba a ser la nueva moneda. Lo hacía mediante un espacio diario de algo más de cinco minutos de duración, que se emitía tras el Telediario, y que presentaba la entonces periodista de la cadena pública Letizia Ortiz.

La hoy Princesa de Asturias fue la encargada de familiarizar con el euro a la población, que no solo se quedó con la imagen de las nuevas monedas y billetes, sino también con la de la presentadora. Nadie imaginaba entonces hasta qué niveles seguiría creciendo aquella notoriedad adquirida por Letizia Ortiz.

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