El entorno del convento de Ferreira se adapta a las necesidades

Dos personas pasean por las aceras del monasterio de Pantón (Foto: AEP)
photo_camera Dos personas pasean por las aceras del monasterio de Pantón (Foto: AEP)

La apuesta de las administraciones por la conservación y revalorización del monasterio cisterciense de As Bernardas, en Ferreira de Pantón, es firme desde hace años. Meses atrás se dio por finalizado un proyecto de adecuación de todo el entorno que fue financiado por la Xunta de Galicia y en el que las indicaciones del Ayuntamiento en atención a los vecinos fueron tenidas en cuenta para conseguir un área en consonancia con las necesidades.

Desde la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas se adjudicó la obra, con un presupuesto de 300.000 euros, a la empresa Agrupconsa, que inició los trabajos en el mes de enero. Desde entonces, tanto los responsables municipales como los técnicos supervisaron los trabajos para evitar problemas futuros y dejar el área lo mejor posible dada su relevancia dentro del patrimonio y su importancia como atractivo turístico.

La reforma de las inmediaciones del monumento completa una actuación anterior que se centró en la construcción de aceras y aparcamiento en la zona más próxima al convento, así como la creación de un paseo hasta el barrio de O Curro. En esta nueva fase fue creado un sendero similar al anterior desde el centro de Ferreira y se procedió a la regeneración de aceras y puntos de luz, así como a la reconstrucción de los cierres de las parcelas colindantes con unos muros en sintonía con el monumento.

Además, se colocó césped en los espacios libres, al tiempo que se hizo en el otro margen y, como complemento, se instaló una boca de toma de agua para suministro en caso de incendios.

Gran beneficio

La Xunta estimó en el momento de la presentación de la iniciativa que beneficia a más de 3.100 vecinos y planteó el proyecto como una revalorización de un recurso cultural y turístico de referencia en Galicia, pues el convento de las monjas Bernardas es uno de los más visitados de la Ribeira Sacra por sus características y por ser el único de la zona que tiene vida monástica.

En el cenobio también se dispone de una hospedería y las monjas ofrecen a los visitantes diferentes dulces elaborados de forma artesanal.

Desde el Ayuntamiento de Pantón, el alcalde, el popular José Luis Álvarez Blanco, destacó el apoyo municipal al patrimonio de la zona porque «é un dos principais valores que temos».

Dentro de ese patrimonio, el regidor apuntó que «o mosteiro das Bernardas é unha referencia clave, polo que se debe pensar na súa importancia de cara á xente que vén a visitalo e tamén entre os veciños como parte do seu entorno».

De cara al futuro se plantea continuar con las actuaciones para preservar la construcción y adaptarla a las necesidades que plantea tanto su explotación turística, ya que las instalaciones están abiertas al público y hay visitas guiadas, como para conservar la actividad de la comunidad religiosa de las Madres Bernardas que alberga y que es especialmente valorada por todos lo vecinos de Ferreira de Pantón, así como del resto del municipio.

Monjas dedicadas al ‘ora et labora’ desde la fundación

 

El convento de las Madres Bernardas de Ferreira es de los pocos en Galicia que conserva su función de retiro espiritual desde su creación. Cuenta con una hospedería que funciona desde finales del siglo pasado y que dispone de cuatro habitaciones en las que solo admiten a mujeres. Las religiosas siguen a rajatabla la máxima de la comunidad benedictina, aunque ellas sean cistercienses, y que no es otra que ‘ora et labora’ (reza y trabaja), tal como manda la tradición desde su nacimiento.

Trece monjas

En el monasterio residen trece monjas, cifra que contrasta con la de los años sesenta del siglo pasado, cuando en Ferreira llegaron a ser 38, procedentes de diferentes lugares de Galicia y del resto de España. Hoy sigue siendo así, aunque la mayoría son gallegas. Hay dos castellanas y otras dos llegadas de Andalucía. Las trece hermanas conviven bajo un monótono silencio y día a día están inmersas en una tranquilidad que con tan sólo traspasarla primera puerta ya puede percibirse. Las Bernardas trabajan sin cesar en la elaboración de delicias artesanales como almendrados, coquitos y golosas, que así le llaman a las galletas de mantequilla y miel.

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