La comprometida situación económica del Casino de Viveiro obliga a la entidad a prescindir de uno de sus cuatro trabajadores a final de año, una decisión que pesa a la presidenta, Dolores Rosado, pero «no se puede dejar de pagar a los proveedores, la luz, el agua...», explica.
La directiva argumenta que en los estatutos está fijado que «el importe que se les paga a los trabajadores no puede ser más del 45% de la recaudación y ahora mismo se está sobrepasando», dice Rosado, que cogió los mandos del Casino en uno de sus momentos más complicados. Ahora son unos 440 socios «y más bajas que altas cada mes». Menos socios equivale a menos ingresos y así las cuentas no salen. Desde su entrada en la entidad no pudo optar a ningún tipo de subvención y por otro lado lamenta que «hacemos actividades para que los socios vayan y tampoco van. Es la pescadilla que se muerde la cola; se perdió un poco la costumbre de ir al Casino y eso hace que no se ingrese», señala. Sin embargo los gastos no se reducen, porque «es un edificio muy grande y con un mantenimiento costoso».
