El debate nacional

Dios guarde a nuestro Rey y conserve su espiritu de Pacto de Estado contra la crisis. Un pacto que el monarca llamó en plural "acuerdos y esfuerzos" desatando todo tipo de comentarios. Jordi Sevilla, que como ministro tuvo un pase, se ha convertido en el "pepito grillo" del socialismo junto con el novelista Joaquín Leguina y otros ilustres de la izquierda pasada. Y Sevilla ha hecho una reflexión atrevida sobre el papel de don Juan Carlos en esto de la recesión económica. "No se qué me preocupa más —dijo—, si pensar que el Rey lo está haciendo al margen del Gobierno o si actúo por sugerencia del Gobierno". La frase, sin duda, es demoledora y clarificadora, sabiendo como sabemos que ha sido el republicano Rovira el que más ha defendido la actuación del monarca. Porque conociendo que la Constitución, como algunos han recordado, no prevé ese papel de la Corona, la conclusión es que el Rey no gobierna aunque si busque la concordia.

En todo caso, los hechos delatan la estrategia y el fin no ha justificado los medios. Porque todo surgió en los prolegómenos del gran debate del 17-F, y contó con el oportuno anuncio de una ronda de contactos del PSOE que ha dejado al PP para el último lugar, semana y pico después de la comparecencia de Zapatero en el Congreso. Si de lo que se trataba era de procurar que el PP apareciera como un partido no pactista que actúa contra el interés general y rechaza "arrimar el hombro" como el Rey, da la impresión de que ha habido un estrepitoso fracaso como en la política económica. Si la voluntad gubernamental era sincera, ha medido mal los tiempos sin contar con la filtración de los contactos del Rey, una tela de araña en la que no cayeron los sindicatos, sobradamente conocedores de las artimañas de comunicación del poder.

En el debate hemos vuelto a ver el optimismo antropológico de Zapatero, empeñado en vender una realidad inexistente como cuando prometió pleno empleo en campaña para llegar dos años después a un nuevo record de paro. Zapatero ha confundido el marketing con la tarea de gobierno, y se ha perdido en un laberinto de medidas ineficaces y anuncios rectificados que le han dejado sin credibilidad ni opciones para generar confianza. Por eso el presidente, al que nadie le niega el diálogo, acudió con pretensiones de consenso porque no le quedaba otro remedio. Pero se encontró a un Rajoy desconfiado, como toda la oposición, dados los resultados de una política sometida a la contradicción improvisada y al dictado ideológico que el propio ZP no niega.

Rajoy sorteó, pues, un campo minado de trampas y redes que pretendían neutralizar la libre oposición. Y sin renunciar a acuerdos puntuales, trató de agitar la conciencia de la bancada socialista, dado que Zapatero no parece dispuesto a rectificar  sus errores, o a disolver las Cortes para dar paso a la alternativa. Y del mismo modo que el líder de la oposición apeló al relevo de Zapatero, este se descolgó con el insólito reto de que fuera Rajoy el que le presentara una moción de censura. Es la primera vez que un presidente del Gobierno se desliza por este tobogán, conocedor de que el PP es consciente de la aritmética parlamentaria y es muy respetuoso con la legitimidad de la última victoria socialista.

Estamos, sin duda, en las manos del tiempo. Zapatero quiere acuerdos concretos en dos meses, cuando los ha rechazado durante años. Si hay crecimiento suficiente para crear empleo, ZP tiene una opción. De lo contrario, podría hacerse realidad que la contestación interna del socialismo de toda la vida impusiera una solución más traumática. A la vista de lo visto, parece que estas diferencias de conceptos políticos y económicos sólo se resuelven con elecciones, sean mañana o en 2012. Porque de las urnas nacen la confianza y la credibilidad que permiten gobernar con garantías. Mientras tanto Zapatero tendrá crecimiento a mediados de año, remodelará el Gobierno, y si hay brotes verdes en el empleo podrá entregar el pilotaje de la sucesión al vicepresidente Blanco. 

AL CIELO AL INFIERNO
Luis Tosar Gonzalez-Sinde

Que viva la "buena madre" que le parió. Merecido Goya para el lucense, que habló en gallego con Feijóo presente, pero sin hacer política. Borda el papel de "malamadre" en Celda 211, y dio plantón a ZP en Moncloa, que hizo una adaptación de la pantalla grande para la pequeña pantalla de las telenoticias. "Tengo mejores cosas que hacer", dijo Tosar. El Gobierno habló de trasnochar.

La ministra directora. Ha realizado la última superproducción de Moncloa. Llevó a los premiados de los Goya a rendir pleitesía a ZP y Sonsoles en un posado lleno de complacencia y triunfalismo. Chivan que Cultura preparó el discurso de Zapatero ante los cineastas, lleno de referencias de cinéfilo mitómano y de mensaje contra los 'aguareros' del cine y la crisis. Sin oscar.


PRIMERA PERSONA
♦ Ernest Maragall.
Dijo que el tripatito catalán no tiene proyecto y causa fatiga. Rectificó y Montilla no aceptó la dimisión del hermano de Pasqual.

♦ Trinidad Jiménez. Sanidad retrasa la Ley antitabaco anunciada para la presidencia europea. Los hosteleros aventuraban la pérdida de 200.000 empleos.

♦ Aznar. 'Peineta' porque le llamaban "terrorista, asesino y criminal".

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CHISMES
Pueblo enamorado. En el musical Patito Feo representado en el Madrid Arena, murmullo en el descanso. El público jaleaba a la princesa del pueblo, que fue con Andreita. La organización pensó que eran nuevas protestas por el "tongo" de traer sólo a una de las protagonistas de la serie de tv argentina.

Plan zeta. ZP llamó a todos para impulsar pacto y comisión. Menos al PP. Pero, ¿llamó al Rey? Todo estaba preparado para proporcionarle una salida en el debate. Hasta la foto de los tres tenores de la comisión.

Y ahora "guerra". Chacón reconoció ese escenario en Afganistán. Zapatero explicará en el Congreso la misión a petición de Rajoy. Moncloa cambia de estrategia, también aquí, para "dar la vuelta" a los sondeos.

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