''El cine está en cada uno''

Un actor de Achádego, en una ‘performance’ por la Semana de Cine’. (Foto: Pepe Álvez)
photo_camera Un actor de Achádego, en una ‘performance’ por la Semana de Cine’. (Foto: Pepe Álvez)

El director Arturo Dueñas pidió decenas de consejos antes de empezar a rodar ‘Aficionados’, la película que presentó ayer en la Semana de Cine de Autor de Lugo. Tenía una idea y un guion en el que hablaban tres chicas, y fue preguntando por los cámaras y los decorados y los programas de internet que debería bajarse «legalmente» para producir esa historia.

John Ford explicaba que, para escribir un guion, había que documentarse minuciosamente y, después, intentar olvidar hasta el mínimo matiz. En ese momento, debía comenzarse a escribir. Dueñas hizo algo parecido: se dejó guiar consultando por doquier y, después, hizo su película sin seguir recomendaciones.

La base sobre la que erigió su edificio fílmico son una serie de actores que extrajo de un taller teatral de Valladolid y puso a trabajar en un blog con la petición de que escribiesen los personajes que participarían en una película sobre las vidas de un grupo de personas. Además de los personajes, le dieron el título de la cinta, que luego reconvirtió en el lema «aficionados a vivir, porque la vida no es para profesionales».

Arturo Dueñas cambió las consultas técnicas por otras artísticas y durante tres meses se estuvo reuniendo con sus intérpretes para dar coherencia a los personajes que deberían sostenerse caminando sobre el hilo argumental que les propuso: un grupo de actores aficionados que se reúnen en un taller. Además del planteamiento, Dueñas conocía el final, pero se lo reservó, por lo que sus colaboradores avanzaban a ciegas. A mayores, les reclamó un desarrollo en los planos personal, familiar y profesional.

Armados los protagonistas, dedicaron 105.000 euros y los fines de semana de cinco meses a contar sus vidas -ficticias, pero nunca despegadas de la realidad- en las casas y los centros de trabajo reales de cada uno. El realizador parafrasea a Rosellini -aunque reconoce no está muy seguro de que Rosellini tenga que ver con su cita- para defender que «para qué quiero inventarme nada; si el cine está en cada uno de nosotros».

Dueñas habla a granel, y lo hace a ritmo veloz, montando una frase sobre la siguiente, como si temiese aburrir. Aún así, no tuvo problema en subvertir las cadencias de filmación y se lanzó a larguísimos planos secuencia utilizando una sola cámara. Más difícil todavía. A falta de dos corrientes de imagen que combinar, optó por salvar el montaje a base de cortes. «Es lo que más le cuesta a los espectadores; al principio les cuesta un poco, pero se acaban acostumbrando», comenta a modo de advertencia para el potencial público.

Ignorando una vez más cualquier recomendación de manual sobre venta de un producto cinematográfico, el director se atrevió a entregar ‘Aficionados’ al Festival de Cine de Valladolid. «Era como un ‘work in progress’», justifica. Su intención era que un público numeroso y, al tiempo, cualificado, confesase su opinión sobre el filme en una encuesta.

Los datos, las quejas, los halagos y las tendencias que fue deduciendo de ese sondeo le sirvieron para hacer un nuevo montaje, aunque no tardó en rectificarlo y volver a revisarlo. Eso sí, proclama con orgullo que «gracias al digital y a unos programas no tuve que ir a la metrópoli madrileña para la posproducción».

El reconocimiento que está logrando no le ha servido para recuperar la inversión. Él lo achaca a que no tiene subvenciones -«no porque no las pidiese, sino porque no me las dieron»-, por lo que los distribuidores le rechazan «y los exhibidores no quieren hacer nada sin contar con los exhibidores». Por eso, formó un comando promocional que tanto hace una ‘performance’ como se promociona en Facebook. Hasta en ese campo se ve obligado a comportarse como un aficionado.

Exposición

Otro de los actos del día fue el homenaje a Antonio Casal con la apertura de dos recorridos biográficos y profesionales por la figura del actor compostelano Antonio Casal.

El primero consiste en una serie de textos y fotografías con el soporte de unos paneles que se encuentran desde ayer en el Refectorio del Museo Provincial de Lugo.

El segundo es el libro ‘Antonio Casal. O home corriente da mirada tenra’, en el que el director del certamen, Manuel Curiel, hace un recorrido por la vida del intérprete.

En el acto participaron sus hijos Antonio y María Casal, que destacaron que su padre «a pesar de ser cómico, era muy exigente con nosotros; venía por casa cada quince o veinte días y nos leía la cartilla. Las bromas las dejaba para la calle».

La también intérprete destacó del trabajo de su progenitor que «era un actor ‘largo’, que tanto hacía drama como comedia y hay pocos actores que consigan esa gama de registros». María Casal se emocionó en su intervención, pues descubría con la mirada fotogramas de la muestra, y se lamentó de que «no tuvo el reconocimiento merecido».

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