''El Che era un líder de niño y el cabecilla de las travesuras''

La sarriana Carmen Arias era una mujer «muy sencilla», que se hacía querer. De ahí que muy pronto se ganara el cariño de la familia Guevara y, especialmente, del hijo mayor, Ernesto, el Che. Sus hijos, Carmen y Alfredo Gabela, viajaron a la tierra de su madre para participar en el homenaje que le rendirá mañana el concello. Estos días Carmen y Alfredo recorren Bade —en la parroquia de Vilamaior—, donde nació su madre, y sus alrededores para acercarse un poco más a sus raíces, porque ellos se consideran «gallegos».

 

Carmen Gabela, la hija mayor del matrimonio formado por Carmen Arias y Alfredo Gabela, ya había visitado tierras lucenses en dos ocasiones, en 1980 y 1997, cuando tuvo la oportunidad de conocer a sus tíos, primos y otros familiares con los que sólo había mantenido relación por carta. Por su parte, para Alfredo es la primera vez y reconoce sentirse emocionado, algo que comparte con su hermana cuando hablan de sus padres.

 

«Es una linda experiencia sentirse bien con los ancestros y pensar lo que sería para ellos llegar a una ciudad grande desde un pueblo», comenta Carmen Gabela, quien no puede evitar preguntarse qué pensaría su madre al irse de una aldea y llegar a una gran ciudad extranjera como Buenos Aires. Los dos hermanos recuerdan hasta el más mínimo detalle del viaje de su madre a Argentina.

 

Según relatan, tuvo que trasladarse a Vigo, donde embarcó en un barco alemán que en un mes la llevó al otro lado del Atlántico. «Ella, su tía y sus primos iban en tercera clase, en la parte baja del barco, todo el tiempo mareadaos», comenta Alfredo Gabela. «No era exiliada. Fue a buscar una vida mejor porque aquí estaban mal las cosas», recalcan los hermanos.

 

En Argentina contaban con parientes, lo que les evitó tener que quedarse en el hotel de inmigración que había en el puerto. Con todo, su madre nunca olvidó Galicia ni a las personas que dejó atrás, aunque nunca regresó. «Quería venir pero le daba tristeza no poder ver más a su familia, sería como una segunda despedida y muy dolorosa. Mi papá la animaba para que viniese, pero nunca volvió», explica su hija.

 

Carmen relataba a sus hijos sobre Galicia las grandes caminatas que debía hacer para ir a otros pueblos, cuando iba a bailar a las fiestas «y sentía aullar a los lobos», relata Alfredo Gabela. Según dicen, su madre no era una persona que fuese a muchos bailes porque era la hermana mayor, lo que suponía «responsabilidades».

 

De su madre, una figura muy importante para ellos, igual que su padre, dicen que era una persona suave, nada mandona ni gritona, de ojos «muy claritos», muy blanca y rubia.

 

Pero también «coditos», como la llamaban sus nietos por ser ahorradora y previsora. Lo que tenía lo compartía con todos y a su casa siempre iba gente sin dinero a comer o restablecerse. «Y era muy gallega», añaden, raíces que no perdió nunca a pesar de la distancia y el tiempo.

 

Niñera del Che

En Buenos Aires comenzó a trabajar de niñera para la familia Guevara, época en la que Ernesto era sólo un bebé. En Argentina conoció al asturiano Alfredo Gabela, a quien Carmen Arias le pidió tiempo para casarse porque los niños Guevara todavía eran pequeños. Los pequeños sentían un gran cariño por la sarriana, igual que sus padres, por lo que después Carmen y su hija viajaban una vez al año a Alta Gracia, donde vivían los Guevara, para visitarlos.

 

Carmen Gabela compartió juegos y travesuras con los niños Guevara, que provocaron más de un susto, como cuando se abrió la puerta del coche, Carmen se cayó y estuvo a punto de ser atropellada. «En Alta Gracia tenían un árbol muy grande y en sus ramas jugábamos a la mancha, y en nuestra casa trepábamos al tejado y caminábamos por los tejados de las casas de la manzana», rememora. El cabecilla de todos estos juegos y travesuras siempre fue Ernesto Guevara. «Ya era un líder cuando era un niño. Sin querer era un líder nato», apunta Carmen Gabela.

 

La última vez que regresaron a Alta Gracia fue en febrero de 1939, aunque la relación se mantuvo. «La madre del Che estuvo en mi casamiento y Roberto en el velatorio de papá», explica. Cuando los Guevara salieron de Argentina, perdieron el contacto. Esta relación tan especial entre los Guevara y los Gabela la corroboran pequeños detalles. Así, la primera persona a la que el Che contó que se había licenciado como médico fue a Carmen. Sus hijos todavía conservan en su memoria el abrazo del Che a la sarriana en el patio de su casa. Además, Ernesto Guevara se fue a despedir de los Gabela antes de marcharse de Argentina para realizar sus viajes por América.

 

Reencuentro

Los dos hermanos recuerdan como el Che fue a Uruguay a una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social y Alfredo Gabela padre decidió viajar hasta el país para verlo. Curiosamente, se lo encontró en la calle y lo llamó, pero rápidamente los guardaespaldas se abalanzaron sobre el Che para protegerlo. Cuando Ernesto vio a Alfredo lo invitó a comer y le regaló una caja de puros habanos. «Nuestro papá regresó a Argentina y se lo contó a todo el mundo. Todos lo envidiaban. Enseñaba los habanos porque era una forma de demostrar que estuvo allí», cuenta Alfredo Gabela. Todavía conservan aquella caja de habanos.

 

Gabela también fue el encargado de pasar cartas en clave del Che a su madre. Con esto se la «jugaba», pero al no contar con antecedentes y no estar involucrado en política sus hijos aseguran que no corrían peligro, aunque, confiesan, que su padre era una persona «muy confiada».

 

A principios de los 60, Ernesto Guevara fue a ver a Carmen Arias a Argentina, aprovechando un viaje secreto para entrevistarse con el presidente argentino, Arturo Frondizi.

 

Pocos años más tarde recibirían la noticia de su muerte con gran tristeza. «Mi mamá lloraba de noche porque para ella era como si fuera un hijo, fue el primer bebé que había atendido y, además, era muy joven, sólo tenía 38 años», comentan.

 

El Che nunca intentó inculcar sus ideas políticas a sus amigos y les aconsejaba que estudiaran. Lo recuerdan como una persona muy humilde, que no discriminaba a nadie a pesar de su condición social. Mirando el tiempo pasado les parece «increíble» que una persona conocida y querida como Guevara se convirtiese en un «mito» en el mundo entero. Alfredo Gabela critica lo comercial que se ha convertido su imagen, porque para ellos no es el Che, sino Ernesto, ese amigo «franco, alegre, chistoso». «Nada que ver con la imagen que puede haber ahora de él», añaden. 

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