El castillo de Pambre supera las 5.000 visitas desde su apertura

El castillo de Pambre no ha dejado de recibir visitantes desde su apertura al público en el mes de junio. El resgistro ha superado ya las 5.000 firmas en dos meses y medio, entre las que no sólo figuran peregrinos, sino toda una serie de visitantes llegados desde los lugares más recónditos de la Península.

«É todo un éxito», afirma el alcalde de Palas, el popular Fernando Pensado, «desbordou todas as nosas previsións», aunque desde el Concello aseguran que estaban seguros de su potencial como atractivo turístico. «Isto ten que facer reflexionar á Administración pública», señala el alcalde.

El Concello de Palas y los actuales propietarios del castillo, una orden religiosa de Vigo, negocian todavía con la Xunta la adquisición de la fortaleza, con el objetivo de restaurarla y convertirla en un verdadero centro turístico para la comarca y el Camino. Por el momento, las negociaciones han sido postergadas hasta septiembre, mes en el que los técnicos de la Administración pública tasarán el valor del castillo y sus propiedades. En el caso de que la valoración sea positiva, la Xunta concertará una nueva reunión con el Concello y los actuales propietarios, para dar inicio definitivamente a las negociaciones para adquirir el Bien de Interés Cultural (BIC).

VISITANTES

La proximidad del castillo a la ruta jacobea lo convierte en un gran reclamo para los caminantes, llegando a registrar hasta 105 peregrinos cada día. Sin embargo, también son muchos los oriundos de la zona que llevaban 20 años esperando a poder verla por dentro. Algunos acuden a la fortaleza por su amor a la historia gallega, como es el caso de Elías Madruga, quien se siente «especialmente vinculado» a la historia de este castillo, ya que su apellido es el de una de las figuras más importantes de la revolta irmandiña a la que sobrevivió la fortaleza.

El de Pambre es el único castillo de Galicia que ha sobrevivido a la revuelta y, además, al paso del tiempo, que ha dejado su estructura cubierta por la maleza hasta hace apenas unos meses. Es quizá éste su peor enemigo, ya que el abandono de muchos de sus propietarios fue socavando poco a poco los tejados y suelos de la construcción, de la que ya sólo quedan intactas las paredes En sus muros todavía se puede apreciar la magnificencia de la construcción. «¡Con estas paredes seguro que no se escucha hablar al de la habitación de al lado!», afirma sorprendida una de las visitantes toledanas que veranean en la zona al contemplar el grosor de los muros.

ESTRUCTURA

El castillo de Pambre se sitúa sobre un montículo cercano al río que le da nombre y fue construido por 51 canteros. Cada uno de ellos dejó su firma en los bloques de piedra que talló, para cobrar justamente por el trabajo que había realizado. Sus constructores supieron aprovechar las rocas del monte para fortalecer la estructura de la fortificación, consiguiendo que los peñascos formasen parte de ésta.

Un foso rodea todo el conjunto fortificado para facilitar su defensa frente a ataques como el de los irmandiños. El sistema defensivo lo completa una muralla, cuya altura varía entre los dos y cinco metros, ya que parte de ella ya ha sido derribada por el paso del tiempo. En su interior se encuentran un patio, varias viviendas de épocas posteriores, una capilla y las cuatro torres que conforman la zona principal, que los vecinos y visitantes esperan que «se reconstruya pronto, para devolverle la vida y esplendor al único castillo de este tipo que queda en Galicia».

De señores feudales a religiosos de Vigo

Los primeros habitantes de esta fortificación fueron los Ulloa, miembros de la nobleza medieval del siglo XIV. Con el paso de los años, el castillo pasó a manos de la familia de los Monterrei, que finalizaron la construcción de algunos de los edificios, por lo que presenta estilos arquitectónicos de distintas épocas. Más recientemente, la construcción fue adquirida por varios particulares, algunos de los cuales lo utilizaron como huerto y cuadra.

Siglo XX

El último de sus dueños lo donó en su testamento a los Hermanos Misioneros de Vigo, una orden religiosa que desea vender el castillo para solventar algunas deudas de la congregación. Aunque han recibido ofertas de particulares, prefieren que sea la Xunta quien se haga cargo del complejo y lo convierta en un auténtico monumento.

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