El bolsillo no sabe de fiestas

eL ARRANQUE DE las fiestas supone sin duda un motivo de alegría para los pequeños de la casa, que disfrutan de todo un espectáculo de luces y sonidos ajenos al desembolso económico que su diversión acarrea a la economía familiar.

Para los adultos, sin embargo, la alegría por el San Froilán corre pareja a la preocupación por su bolsillo. Y es que una familia con dos hijos necesita alrededor de treinta euros para pasar únicamente un par de horas disfrutando el ferial.

Las primeras familias que visitaron ayer las atracciones hacían cuentas a media tarde y coincidían en la cifra: «En un par de horas nos hemos gastado cerca de treinta euros», afirmaban. La distribución es sencilla: si los niños suben cada uno en tres atracciones -que tienen un precio medio de tres euros- y compran una docena de churros, por otros tres, el gasto supera ya los veinte euros.

El resto del desembolso correría a cargo de los adultos, ya que la mayoría acaba sucumbiendo a los encantos de la tómbola o de alguno de los múltiples juegos de habilidad que plagan el recinto y que cuestan entre tres y cinco euros.

De este modo, después de que los pequeños dieran sendas vueltas en los caballitos, el tren de la bruja y los coches de choque -y comieran un par de churros mientras sus progenitores probaban suerte en la tómbola del jamón y el tiro- la cartera del cabeza de familia restaba ya los treinta euros que pensaban estirar durante la jornada. «Lo peor de todo es que las atracciones no duran nada de tiempo y tienes que gastarte un dineral si quieres pasar aquí la tarde», comentaba un padre.

Este módico presupuesto se incrementa además de forma considerable si los progenitores quieren subirse en alguna de las atracciones destinadas al público adulto, ya que El Tirachinas, por ejemplo, alcanza los diez euros por viaje.

Además, si la familia considera la posibilidad de comer en el restaurante instalado en el medio del recinto deberá sumar los 18 euros por cabeza que cuesta un plato de churrasco con patatas y guarnición, o los nueve de una ración de paella, entre otras opciones.

Otra de las posibilidades que ofrece el San Froilán son las compras en los diferentes puestos instalados en las inmediaciones del parque y en la Praza Maior. En estas tiendas, lucenses y visitantes pueden adquirir un sinfín de artículos, que van desde camisetas con divertidos logos -a doce euros-, hasta cazadoras de piel a precios que sobrepasan los cien. En cuanto a los complementos, la oferta resulta todavía más amplía e incluye pendientes de plata, cinturones de cuero, bolsos o paraguas, entre otros.

Finalmente, la artesanía tiene también su hueco en las fiestas, con tallas de madera de múltiples formas y tamaños, jarrones de mimbre o figuras de cerámica.

Con este panorama, la oferta del ferial cubre con creces los gustos de pequeños y mayores, que no tendrán más remedio que olvidar las cifras y disfrutar, un año más, de las patronales.

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