El 'arte' de saber sortear la crisis

HACE YA tres años, por estas mismas fechas, reabría sus puertas al público, en pleno casco histórico de Lugo, la galería de arte La Catedral bajo la dirección del pintor Jorge Espiral. Así que el también artista no recuerda otra coyuntura para su negocio que la marcada por la crisis económica general: «Ponerme al frente de la galería en un momento así hay que verlo como una oportunidad que me dio la vida; el precio del local, en un lugar privilegiado, se hizo asequible y me lancé porque, pese a la mala situación económica, para mí es un proyecto de vida, confío en lo que hago y es un lujo poder, de momento, vivir de ello». Así hace balance este pintor y galerista de su apuesta que, confiesa, «está saliendo adelante porque complemento los ingresos de la galería con la venta de mi obra».

Desde su posición de artista explica que, aunque no ha bajado precios, se ha visto obligado a acomodarse al mercado apostando por el pequeño formato, mucho más asequible. Espiral hace, no obstante, una lectura optimista de la situación, en tanto que «hoy se puede adquirir arte a buen precio -en la galería tengo piezas desde 50 euros- y si la gente se anima a comprar por ello, eso permite que otros muchos mantengamos nuestros trabajos», añade.

Aun en clave positiva, entiende que la crisis ha puesto las cosas en su lugar en el mundo del arte «porque en los tiempos de bonanza, con tantos compradores, parecía que todo valía, que cualquier cosa se exponía, pero ya no es así. Ahora las galerías miden mucho los riesgos y por ello seleccionan al máximo lo que exponen», añadiendo que «la calidad del arte que circula en el mercado ha mejorado también por otra razón y es que ahora se encuentran piezas de mucha calidad que antes estaban en manos privadas y que sus dueños se han visto obligados a vender».

LA CRIBA NECESARIA

Aunque desde la diferente óptica de un artista consagrado con obra muy cotizada, el pintor xovense Xoán Guerreiro comparte con el galerista su análisis sobre los efectos de la recesión económica en las sinergias de mercado. Considera que «esta crisis ha sido buena, entre comillas, porque en los compradores ha hecho una criba, tras la que solo se han mantenido los verdaderos especialistas en arte, los que tienen un conocimiento real de este mundo. Hubo un momento en que el movimiento en el mercado era tal que la vorágine de producción hizo que la calidad cayera, desprestigiando el sector. La recesión ha hecho una especie de selección natural que ha terminado con todo aquello», dice.

A título personal, por contra, reconoce que sus ventas se han resentido en menor medida, al dirigirse a un cliente de alto poder adquisitivo que se mantiene. Los cambios se produjeron en un perfil de comprador que ha desaparecido del panorama: «Aquellos que llegaron en las épocas de máxima bonanza, en las que prácticamente un mileurista venía a mi estudio para adquirir una obra como regalo de boda», cuenta.

También su trabajo ha experimentado algún cambio que Guerreiro lee, no obstante, también como positivo: los recortes presupuestarios conllevan menos actos institucionales y públicos, lo que libera su agenda para dedicar casi todo su tiempo a trabajar en su taller de Xove. Y a crear en la forma que más le gusta, en gran formato «que tenía más abandonado porque hacía obra más pequeña, ¡los cuadros tenían en caber en pisos normales!», apostilla.

LA OTRA BURBUJA

Prepara una exposición que se inaugurará el próximo 15 de octubre en la galería About Art de Pontevedra, y en ella también colgará cuadros de tamaño medio y grande, pero el artista lucense Joaquín García-Gesto hace un análisis de la situación de este mercado desde una óptica diferente, la de un artista que no vive exclusivamente de su pintura. «En 2012 y 2013 he notado un bajón brutal, no tanto en mis clientes, de clase media o media-alta, gente entendida que sigue invirtiendo ahorros en arte, pero sí en las ventas en general». Se siente alcanzado de lleno por el estallido de lo que, a su juicio, fue «la otra burbuja, paralela a la inmobiliaria, en la que la gente ‘tiraba’ el dinero en arte: se invirtieron fortunas enteras en obra y surgieron los oportunistas que se lanzaron a producir cuadros. Ahora han desaparecido y no solo eso, sino que muchos artistas buenos ni siquiera pueden vivir de ello», valora.

VISIÓN INTERNACIONAL

El pintor y escritor monfortino Antón Patiño, uno de los fundadores de Atlántica -un grupo artístico que durante la década de los 80 reactivó la plástica gallega, entroncándola con las señas de identidad propias, pero ,enmarcada dentro de propuestas internacionalistas-, va más allá de las vicisitudes personales que la crisis provoca en el artista individual para centrar su máxima preocupación en la destrucción del tejido cultural que, a su modo de ver, se está produciendo en España.

Antón Patiño explica que «como artista, si yo no tengo mercado aquí lo busco en Europa o en América; el mayor daño es el que las actuales políticas del Gobierno están haciendo a la infraestructura cultural, hay una desaparición de espacio público en el ámbito de la cultura, lo que repercute negativamente en las posibilidades de acceso a ella por parte de sectores amplios de la sociedad y no solo de una élite». Su análisis crítico va más allá al aseverar que «el binomio educación-cultura es fundamental para que una sociedad sea moderna e igualitaria, y todo lo que se había avanzado en ese sentido está sufriendo una regresión».

El artista, que en la actualidad vive y trabaja a caballo entre Madrid y Galicia, defiende el arte como un hecho social: «La población en general debe tener derecho, tras la sanidad y la educación, a unos recursos culturales que vayan más allá de los que ofrece la sociedad del espectáculo: un entretenimiento que solo facilita el escapismo. Por contra, los primeros fomentan el pensamiento crítico y son los únicos que permitirán hablar de futuro, en el que España marque tendencias, en este caso en el mundo del arte, a nivel internacional», sentencia.

OPINIÓN (por José García-Boente, director de Clérigos)
Se empobrece la cultura
LA CRISIS económica en la que se encuentra inmersa este país deja pocos sectores sin castigar, y uno de los que ya están gravemente dañados es el del mercado del arte. No me refiero exclusivamente a las galerías sino también a los artistas, que están pasando por momentos dramáticos. Si las galerías no venden; los artistas, por lo general, tampoco, y para muchos es su única fuente de ingresos.

Algunos afirman que el arte es un refugio para el dinero. Esto es un mito más que una realidad puesto que, si el dinero fluyese hacia las galerías de arte, no tendría sentido que cada vez fuesen más las que cierran. La afirmación, en todo caso, podría referirse a galerías de primer nivel que trabajan con artistas de prestigio internacional, con precios en sus obras lejos del alcance de la mayoría.

Lo que es una realidad es que la práctica totalidad de las galerías sufren estos momentos de manera dolorosa. Cualquier galerista dirá que su objetivo es aguantar, teniendo en cuenta que eso, en la generalidad de los casos, es asumir pérdidas. Otros, simplemente ahogados por la situación, se ven abocados a finalizar un negocio, a veces de muchos años y en el que habían depositado sus ilusiones.

Aunque el arte no es un elemento de primera necesidad, sí es algo que enriquece a las personas y, por extensión, a la sociedad. Si es triste empobrecerse económicamente, también lo es hacerlo culturalmente... y eso también nos está pasando.

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