El anclaje gallego de NCG

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SOBRE MUY dispares centros de decisión, en su sentido más amplio, gravita el futuro inmediato de la mitad del ahorro de los gallegos. Porque el proceso de venta de NCG arranca en Bruselas, pasa inevitablemente por Madrid, toca de forma tangencial Vigo y A Coruña, donde están sus sedes operativa y social, y quién sabe si acabará en Boadilla del Monte, Azca o la Avenida Diagonal, cuarteles generales de Santander, BBVA y Caixabank, respectivamente. Todo ello sin contar con una fuerza que emerge a última hora con posibilidades reales, que lleva dos años dándole vueltas a la operación y puede propiciar que, pasando en este caso por Nueva York, los centros de decisión de la entidad financiera nacionalizada permanezcan en Galicia. Son muchas las voces que durante las últimas semanas defienden la opción de los fondos internacionales para hacerse con el control de NCG y despachan su argumento apelando al mantenimiento de dichos centros de decisión en la comunidad. Pero de ahí no pasan. La pregunta es sencilla: ¿de qué hablamos cuando lo hacemos de centros de decisión?

En una de las comparecencias más reveladoras y llanas de cuantas pasaron el pasado verano por la comisión de investigación de las extintas cajas en el Parlamento, el presidente de NCG fue muy claro. Si uno se fija en la composición de su accionariado, bancos como el Santander y grandes compañías como Iberdrola, explicaba José María Castellano, están controlados por fondos internacionales, y la presencia española en su capital está muy diluida, vino a decir. Así justificaba Caste la opción de los fondos internacionales para NCG hace unos meses. Eso, en cuanto a su propiedad. Analicemos ahora los centros de decisión. Si en los casos de Santander e Iberdrola está muy claro quién manda (sobra decir que Emilio Botín e Ignacio Sánchez Galán, con consejos de administración trufados de ejecutivos de renombre y también españoles), la experiencia reciente, al menos en Galicia, puede llevar a engaños, porque hay de todo y para todos.

Domicilio social y fiscal, consejo de administración y equipo directivo vienen a ser los anclajes básicos sobre los que pivota el centro de decisión en una empresa o un banco. A partir de ahí, la cercanía con su mercado y empleados hace el resto. Para defender la opción del control de NCG por parte de fondos internacionales, cualquiera podrá apelar al caso de la planta de PSA Citroën en Vigo, que durante muchos dependía de una sede social en Madrid, donde estaba domiciliada la filial española, y daba cuentas en los despachos de París, donde radica la matriz del grupo. En este caso, para fijar su mayor anclaje con Galicia, al margen de sus trabajadores, la planta de automóviles tenía al frente a un gallego, Javier Riera, que hizo importante la fábrica en todos los sentidos. Hay otros casos que no invitan precisamente al aplauso en esto de los centros de decisión. Y también los tenemos sin salir de Galicia.

Dos casos recientes y dispares. De un lado, la operadora de cable R, que tras la salida de Caixanova de su capital previa a la fusión con Caixa Galicia, pasó a estar controlada por CVC Capital Partners. El fondo entró en su accionariado cuando R ya era muy rentable, y el compromiso de inversión que conllevó la operación ascendió nada menos que a 1.500 millones. Aunque los dividendos que genera tienen como destino Londres, sede de CVC, R sigue dirigida por gallegos, y con el piloto automático puesto. El caso contrario lo representa Audasa, la gestora de la Autopista del Atlántico. CITI es su propietaria desde hace unos años, que controla la concesionaria a través Itínere, domiciliada en Bilbao pero con sede fiscal en Madrid. Por tanto, Audasa, aunque tiene su domicilio social en A Coruña, paga sus impuestos en Madrid al consolidar con el grupo de autopistas que controla Itínere.

Son ejemplos que abren interrogantes sobre el futuro de NCG en manos de fondos internacionales. Por el contrario, si cae en las garras del BBVA o Santander, a lo más que podremos aspirar es a convertirnos temporalmente en una segunda marca de dichas franquicias. Sin embargo, las preguntas siguen ahí. ¿Es suficiente un compromiso de permanencia de cinco años por parte de los fondos internacionales? ¿Cómo se pacta una salida a Bolsa ulterior antes de la compra de un banco, como así se prevé? ¿Debemos aspirar solo al mantenimiento del empleo o parece obligado explicitar planes concretos? ¿Hasta dónde llegará su renovada implicación con la economía real, con el crédito a las empresas? Ya que no podemos decidir, al menos los gallegos sí que estamos en la obligación de exigir. Y mucho.

Inditex, casi como BBVA y Repsol juntos

EL LÍDER mundial textil se convirtió, de largo, en la empresa de mayor valor en Bolsa durante el año pasado. Parecía como si el grupo de Amancio Ortega hubiera roto un techo de cristal al colocarse como la compañía con mayor capitalización, desplazando a Santander, BBVA y Telefónica, habituales de lo más alto del ránking del parqué español. Y semejaba entonces que el récord se quedaría ahí. Pero el imparable crecimiento de la compañía del Ibex-35, al calor de unos resultados que no defraudan a los analistas, sitúa este año al grupo con sede en Arteixo en parámetros de vértigo.

Sin tener en cuenta los máximos de esta semana, con otro récord de cotización al superar los 114 euros por acción, Inditex suma una capitalización que hace tan solo unos días rebasaba los 70.600 millones de euros. Ese valor equivale, en números redondos, prácticamente a la suma de gigantes como BBVA (47.200 millones) y Repsol (23.900). Otro ejemplo. La matriz de Zara llega a superar en valor bursátil a la unión de Caixabank (15.600 millones) y nada menos que Telefónica (51.700 millones). ¿Son realistas estas comparaciones? ¿Y estos números? Pues a decir de los analistas, sí, ya que fijan un recorrido para la cotización que llega a los 140 euros por título en el plazo de un año o dos. Aunque sus márgenes se han visto sensiblemente recortados, y su beneficio no crece este año tanto como lo hizo en 2012, Inditex ha demostrado que sabe resistir la fuerte contracción en su mercado hasta hace unos años local, España. Tiene un secreto: nuestro país apenas representa ya un 19% de sus ventas. Inditex es cada vez más global. Y también más grande y valorada.

FRANCISCO FERNÁNDEZ TAPIAS ♦ Un naviero que ejerce de gallego al contratar a Navantia

DESDE que vendió su grupo naviero a los canadienses de Teekay por unos 659 millones casi nada se había vuelto a saber del vigués más allá del palco del Real Madrid, donde parece instalado. Apenas algunos negocios al otro lado del Atlántico e invitaciones formales recibidas para participar entre los accionistas del fallido intento de regalleguizar NCG. Pero Fernando Fernández Tapias, con su decisión de encargar la adaptación de uno de sus buques a Navantia para servir de apoyo a las explotaciones petrolíferas de Pemex en el Golfo de México, abre la esperanza en el astillero ferrolano. Después de los incidentes que tuvo precisamente con Barreras para la construcción de otro buque, suspensión de pagos e incumplimiento de contrato de por medio, es de agradecer la apuesta por Navantia. Y por Galicia. Ahora solo queda esperar lo prometido para Ferrol: la llegada de Pemex, también prometida en Vigo y en A Coruña.

ELVIRA RODRÍGUEZ ♦ Las preferentes, último pecado de la autoridad bursátil

AHORA nos enteramos, por los papeles, que la autoridad bursátil conocía perfectamente ya en el 2011 las tropelías cometidas en la comercialización de las participaciones preferentes. Elvira Rodríguez, que acaba de cumplir un año en el cargo al frente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), debería echar la vista atrás lupa en mano, y combinar esa actuación con la «supervisión preventiva» que dice estar llevando a cabo actualmente. Porque el papel desempeñado por la CNMV, tanto con las preferentes como con algunos de los más críticos episodios de la crisis bancaria, es como para abrir una causa general contra el regulador del mercado. Demasiadas veces se pusieron de perfil sus antecesores. Y ella lo sabe. Hay nombres, cargos y firmas que aprobaron lo que ahora resulta indefendible. ¿Responsabilidades? Todas.

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