El alto coste de un mal plan

La introducción de especies foráneas se debe a veces a la acción insensata de particulares, pero en otras muchas ocasiones ha llegado de la mano de la propia Administración pública, que ahora invierte cantidades ingentes en erradicar estos invitados indeseados.

«Muchas se han introducido a través de obras civiles», señala Pablo Ramil y menciona el conocido como plumero de la pampa, que encontró en la A-6 un corredor de lujo para expandirse por toda la comunidad autónoma, incluido el municipio de Lugo. Otra situación similar es la de una gramínea cuyo nombre es eragrostis, procedente de Suráfrica y usada en los taludes para fijar el terreno. También el Ministerio de Fomento ha sido el responsable de la introducción del storodolus, procedente de América.

En este tipo de intervenciones no se ha tenido en cuenta el criterio de especialistas y, lo que es más, «el aspecto ambiental no se suele considerar». Sin embargo, las consecuencias se pagan años después, cuando esas especies colonizan el entorno y se imponen a las autóctonas. Entonces, es necesario diseñar planes de erradicación «que cuestan mucho dinero», cuenta Ramil.

En el río Miño a su paso por Lugo, el mayor problema lo representa la azolla, un helecho procedente de China cuyo foco se encuentra en el entorno de Rábade. La Diputación Provincial realizó labores de erradicación, pero no se hizo de forma continua en el tiempo y ha resurgido. «En estos planes tienen que implicarse varias instituciones» para que surtan efecto, señala Ramil.

Animales

En el entorno lucense del Miño, las especies animales importadas también son un problema. Es el caso del visón americano, procedente de sueltas de granjas de cría, cuyo efecto es «incalculable», indica Eduardo Rodríguez, de la Protectora de Animales Exóticos de Galicia (Paexga). «Depreda todo y hace un daño terrible al ecosistema que todavía está verdaderamente sin cuantificar». Esta especie ha llegado incluso a las Islas Cíes.

También son muy voraces las tortugas de Florida, aunque su presencia es todavía menor y se debe a la suelta de los propietarios de mascotas que, cuando no saben qué hacer con ellas, las echan al río.

El cangrejo rojo americano es otro de los inquilinos indeseables del río. Se introdujo en los humedales con el argumento equivocado de conseguir alguna rentabilidad, pero ha terminado por desplazar al cangrejo local -que sí era comestible- y no se puede consumir por los patógenos que presenta, explica Ramil.

El avance de estas especies preocupa tanto a Eduardo Rodríguez que ha intentado que la Xunta le apruebe planes de erradicación de especies invasores, pero sin éxito. Sin embargo, tampoco ve que la Administración haga avances en ese sentido, lo que le provoca gran frustración. «Ni hacen ni dejan hacer», asegura.

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