Ejercicio del poder

FRANCISCO CACHARRO, que murió ayer a los 78 años, fue sin duda desde la década de los ochenta una de las figuras políticas de la provincia de Lugo, ejerciendo además la política en y desde el territorio lucense, hasta su salida de la Diputación en 2007. Fue también su salida de la política y su alejamiento del PP.

La importancia de Francisco Cacharro radica en su larga trayectroria al frente de la Diputación Provincial y de los populares de Lugo, y en su proyección y percepción dentro y fuera de Lugo como auténtico barón que ejercía el poder. Él, como José Luis Baltar o José Cuiña, fueron símbolos de poder personal dentro del PP. Así, Cacharro como un barón provincial en Lugo y un barón dentro del PP gallego, mantuvo constantes y sonados pulsos con la organización autonómica de su partido, para garantizarse su independencia de poder y su primacía personal en Lugo. Su sucesor al frente de los populares lucenses, José Manuel Barreiro, reconocía ayer que «llevó al partido a las más altas cotas de representatividad en la política lucense y gallega».

Francico Cacharro, figura política singular en Lugo y en Galicia, contó con incondicionales y con un apoyo electoral en el que sustentaba su poder en la provincia de Lugo y en el PP. Contó igualmente con fuertes detractores dentro de las filas y la dirección popular y con un permanente y sonoro trabajo de la oposición que no logró desmontar la red de poder que mantenía por toda la provincia y le aseguraba la cosecha de votos. Es lógica, y es una muestra de normalidad por parte del actual presidente de la Diputación, José Ramón Gómez Besteiro, que la capilla ardiente de Francisco Cacharro se instale en el Pazo de San Marcos. Así ha de ser por su condición de expresidente, y su larga permanencia al frente de la Diputación, con independencia de las distancias que puedan separar de su concepción y práctica de la política.