Economía productiva

¿Alcanzarán a la economía real y productiva las medidas que ayer anunció el presidente del Banco Central Europeo? Ese y no otro es el test real sobre un impulso a la economía. Si, en primer lugar, las señales positivas que empieza a percibir un trabajador autónomo o una pequeña empresa reciben la inyección real de fluidez en el crédito se habrá avanzado mucho. Abrir el grifo del crédito es una urgencia cuyas sirenas se oyeron en Fráncfort y Bruselas con la alarma política de los resultados euroescépticos y populistas de las elecciones europeas y por la luz roja de estancamiento y riesgo de deflación, que reflejó el primer trimestre. Las inyecciones anteriores de miles de millones desde el BCE solo sirvieron para que la banca arreglase sus problemas e hiciese más caja. Habrá que ver si esa penalización que se anuncia para los depósitos de los bancos en el BCE los disuade de recoger por una ventanilla y depositar el mismo dinero por otra. Una de las claves de la percepción negativa y del descrédito de las políticas frente a la crisis radicó ahí: nunca llegaron a la economía real los miles de millones que se inyectaron contra la crisis. En segundo lugar, si el euro se deprecia frente al dólar, el Gobierno de Mariano Rajoy habrá visto cumplido un objetivo por el que venía trabajando para impulsar las exportaciones como una vía para el crecimiento y el empleo en España. No es solo ni fundamentalmente con salarios miserables como se logra la competividad. Por ejemplo, el precio de la energía sigue siendo clave para la localización de empresas. Galicia cuenta ahora mismo con alguna gran empresa que contempla ahí un problema para su permanencia aquí. Volviendo a lo que parece una buena nueva, a las dudas sobre si estas medidas supondrán un efecto de choque real y perceptible para la economía productiva y los particulares, queda esa frase de Mario Draghi: «Aún no hemos terminado».

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