«Traballei en algo que atopei tirado e estropeándose. Onde estaba Cultura e Patrimonio nese momento?», se pregunta José Rozas, autor de la intervención sobre el retablo de San Xoán do Alto, un trabajo que le ha dado muchas satisfacciones durante 9 años y muchos disgustos en las últimas horas, desde que el obispado lo criticó duramente y las comparaciones con el caso del Ecce Homo de Borja se sucedieron.
Insiste en que inició la recuperación «de buena fe» porque, de no haberlo hecho, la pieza seguiría «podre na aira dun vecino» y se muestra apesadumbrado de que el esfuerzo de muchas horas -ayudado por su primo en el último año- haya sido considerado una chapuza por las instituciones.
Según cuenta, el retablo fue desmontado y retirado de la iglesia parroquial hace 21 años para hacer obras en el templo. Inicialmente se trasladó «ao alpendre dun veciño pero cando necesitou del para a súa maquinaria pasou á aira, tapado cuns plásticos». Allí estuvo durante años «sen que ninguén se preocupara», hace hincapié, hasta que una persona se planteó comprarlo.