Divorcios y otras señales

Las variadas señales de que la tendencia en la economía cambian a positivo llegaban de la macroeconomía. Son indicadores alejados de la vida diaria doméstica, que cocinan estadísticos y economistas para alimentar con argumentos, los que sean, los discursos políticos. Algún sociólogo se ha atrevido con imaginación y algo de estudio a escudriñar en las entrañas de otros pájaros que llevan en sí el mensaje de los ciclos económicos. Sirven al menos para invitar a observar el entorno y en algún caso para activar una sonrisa. En un repaso de los titulares de prensa de estos días hay dos que pudieran estar diciendo algo perceptible para el ciudadano. Desciende el número de impagados en Galicia y crece el número de divorcios. Solo nos falta que nos digan cómo van las ventas de barra de pintura de labios. Y algo más, si hacemos caso a un viejo y entretenido ensayo de Edgar Morin, para dar o no por terminado el ciclo de vacas flacas habría que conocer si la tendencia de la moda se apunta o no a recortar la tela de las faldas y qué tamaño de pecho femenino se impone en las ‘stars’ del cine y el espectáculo de masas. Alguien podría argumentar que no es serio este tipo de indicador, pero tampoco lo es el que permite decir una cosa y la contraria sobre la responsabilidad del Banco de España en la crisis financiera española. Si hemos llegado al final de la devaluación de los salarios, si se han acabado los problemas de las pequeñas y medianas empresas para acceder a la financiación, si se ha activado o no el consumo interno y si ha terminado la destrucción de empleo y del tejido industrial no nos lo han dicho hasta ahora. Sobre la moda del pintalabios o del tamaño de las faldas parece que alguna incidencia tiene la marcha de la economía doméstica. Y cuando las parejas se atreven a tomar la decisión del divorcio, pueden estar hartas de esperar, pero no se impone como freno el temor de la economía.

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