División

EL PROCESO impulsado por el nacionalismo catalán, que esta claro está dispuesto a que llegue hasta el punto de conflicto, se caracteriza, y eso es lo que lo hace y lo hará inviable, por la división.

Lo ha reconocido hasta el visionario señor Mas. En realidad no le quedaba otra opción, pues las encuestas, incluso las realizadas por el propio centro de la Generalidad, eran reveladoras de ello. No reparo en que además el si resulta demoscopicamente ganador, e incluso es seguro que aumentará en la medida que la presión aumente. En ningún momento la ciudadanía residente en Cataluña se ha manifestado mayoritaria en torno al voto independentista, cadenas, manifestaciones y voluntarismo al margen.

Recuerdo que el señor Pujol siempre hablaba de la cohesión como algo que debía preservarse. Deben haberlo olvidado, o resulta que ahora no importa. La verdad es que no me extraña, porque el nacionalismo identitario siempre se conduce así, sin coherencia, sin limites claros y constantes.

Está claro que para el fin perseguido no valdría una mayoría escualida y una participación menor. Eso valió para el Estatuto. Lo pretendido, valga como precedente la doctrina del Tribunal Supremo del Canadá para los que gustan de citas anglosajonas, precisaría una mayoría solida, no inferior al 75% y una participación en torno al 80%. Y eso no podrían alcanzarlo los nacionalistas exaltados. Nunca habrá en Cataluña esa mayoría a favor de la independencia.

Lo que sí van a conseguir es una fractura social dentro y fuera de Cataluña. Su agresividad, no dejemos de ver la evidencia, sus mensajes de confrontación con el sentir general de España, sus muestras de no aprecio, por decirlo finamente, dejaran abiertas heridas que tardaran en cicatrizar. Y no le harán ningún bien ni a Cataluña ni al conjunto de España.

Y además, establecerían un precedente lamentable. Lo han tenido que reconocer. Cataluña sería el primer territorio de la Unión Europea que se separara de la misma en toda su historia.

Siendo las cosas así, y así son, hay que preguntarse ¿por qué se empeñan en seguir?

La respuesta es llana, por falta de sentido común. Y en ello están los que presumieron siempre de moderación y capacidad de acuerdo. Pues, ¡válganos Dios!

 

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